miércoles, 22 de diciembre de 2010

¿Se puede avanzar hacia un envejecimiento saludable y activo?


“Los mayores en nuestro país viven más años, tienen mejor salud y son más activos”,  resume la reciente Encuesta sobre Mayores de 2010 realizada por el IMSERSO (1). Y todo ello sin que estemos siempre de acuerdo sobre quiénes son los mayores. Por ello en esa misma encuesta se avanza que la mayoría de la población española considera que se es mayor a partir de los 70 años. Eso explica, por ejemplo, que si diéramos un breve repaso a los servicios que ofrecen en la actualidad los Centros de Mayores comprobaríamos que en los últimos años han debido transformar sus actividades para incluir muchas más de aquéllas que son propias de personas totalmente válidas y plenamente activas. Aunque con cierta frecuencia, y como consecuencia del momento en que legalmente se marca el fin de la vida laboral activa en nuestro país  -¿habría que decir hasta ahora?-, se señala implícitamente como el comienzo de la vejez la edad de 65 años, desde una óptica más pegada a la realidad social y sanitaria del mundo desarrollado bien podríamos definir que tal circunstancia ocurre, en las personas que no padecen ninguna enfermedad crónica, la mayoría de las veces después de los 75 años e incluso después de los 80 años. Es a partir de entonces cuando el deterioro cognitivo y de las condiciones generales de salud generan los importantes niveles de dependencia para actividades básicas de la vida que enmarcan y caracterizan ese periodo final de la vida. En nuestro país, además, se incrementa de manera especial  el segmento de personas octogenarias que con gran frecuencia necesitan cuidados sociosanitarios de larga duración. Así, en el periodo de cinco años comprendido entre 2003 y 2007, el  incremento de población mayor de 65 años ha sido del 4% mientras que el de la población octogenaria ha ascendido al 21,1%.

Se puede resaltar, entonces, que el envejecimiento, como fenómeno estrictamente poblacional, es un concepto relativo: cuántos mayores respecto a cuántos jóvenes. Se estima además que, en la actualidad, una de cada diez personas en el mundo es mayor de 60 años. Las previsiones indican que, en 2050, la proporción pasará al doble (una de cada cinco). Muy imbuidos, como estamos, en el occidente-centrismo imperante seguimos creyendo que el envejecimiento es fundamentalmente una situación que afecta al mundo desarrollado y nos olvidamos que, determinada por la inexorable transición demográfica en que se ve envuelto una gran parte del mundo en desarrollo, el 64% de los mayores de 60 años vive en esos países menos adelantados y dentro de 40 años esa cifra se elevará al 80%. Y no sería esa una mala noticia sino fuera porque en la mayoría de esos países las prestaciones sociales para los mayores son prácticamente inexistentes, quien no trabaja no recibe ninguna percepción económica y esta población se ve obligada a vivir de sus familias, si estas pueden, y siempre en condiciones de gran precariedad. Por eso en los países en desarrollo unos 100 millones de mayores viven con menos de un dólar diario, frente al 80% de quienes lo hacen en países desarrollados, que cuentan con un ingreso regular. Por ello, también, en África y en América Latina la mayoría de estas personas viven en la pobreza absoluta.
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lunes, 20 de diciembre de 2010

Reseña Bibliográfica. "LA LUCHA CONTRA EL HAMBRE Y LA POBREZA. VIII ENCUENTRO SALAMANCA". Alfonso Guerra, José Félix Tezanos, Sergio Tezanos Vázquez (eds.)



Recoge este libro las ponencias presentadas en los VIII Encuentros de Salamanca, celebrados los días  2, 3 y 4 de Julio de 2009 en dicha capital, por las prestigiosas  personalidades -sociólogos, politólogos, economistas, especialistas en tendencias internacionales y responsables políticos- que en ellas participaron. El libro se estructura en torno a tres grandes capítulos: las causas y las tendencias del hambre y la pobreza en el mundo; la agenda internacional del desarrollo y las  políticas de cooperación internacional en el Siglo XXI.

La primera parte indaga sobre el escenario mundial en que transcurre el hecho incontestable de que la pobreza y su manifestación más descarnada y extrema, el hambre, se agrava en los últimos años, incrementándose el número de personas que, en todo el mundo, se ven afectadas por esta injusticia. Los autores que aportan sus textos a este capítulo constatan el fracaso de las iniciativas mundiales, analizan el contexto internacional y los factores que explican este revés y aventuran una evolución futura del problema. Y casi todos ellos lo hacen en clave realista que, en estos temas y en este momento, es sinónimo de pesimista. No en vano se constata sin paliativos esta realidad como uno de los grandes problemas no resueltos de la gobernanza mundial  toda vez que el derecho a la alimentación se ha constituido como un derecho humano fundamental.
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