Tengo que reconocerlo de una vez: soy muy fan de la
Declaración de Alma-Ata. Tanto, que más de una vez he tenido que soportar
bromas y chanzas de compañeros y alumnos por ello.
- ¡Otra vez este pesao
con Alma-Ata! ¡Que te estás quedando desfasado, que aquello pasó a la historia,
que hay que avanzar…!
Y, la verdad, es que me desespero intentando sacarles de su
error. Porque no puede quedarse anticuado lo que nunca se pudo desarrollar como
se había planificado. Pues lo cierto es que en el complejo escenario de las
relaciones internacionales no se ha consensuado nunca un listado más avanzado
que ese de propósitos para la salud y el bienestar de las personas. Juzguen si hay,
o no, razones.
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