El objetivo último de la cooperación al desarrollo, su
esencia al fin, es acabar con la pobreza, no entendida únicamente como precariedad
económica sino como la ausencia de derechos, oportunidades y capacidades de las
personas. Mientras eso sucede y para que ocurra pretende también contribuir a que
se cuente con los pobres en aquéllas instancias en que se toman decisiones que
tienen que ver con ellos. Esto es así donde quiera que se desplieguen estas
políticas y cualquiera que sea la naturaleza de las actividades que, en pos de
ellas, se pongan en marcha: agricultura, educación, infraestructuras, financiación
o salud.
Existe un consenso general en el sentido de que la salud es
la llave del desarrollo. La mala salud muchas veces es fruto de la pobreza,
de la misma forma que ésta lo es de la mala salud. Romper este vínculo terrible
estableciendo las condiciones para mejorar la salud de la población, en
especial la de aquélla más vulnerable, es uno de las grandes desafíos de la cooperación
en su anhelo por fomentar el desarrollo humano sostenible. Lo cierto es que la
salud mundial, considerada globalmente, ha mejorado extraordinariamente en los
últimos 35 años. Este éxito es debido, en gran parte, a la cooperación
internacional y a su estrategia de promover, hasta la década de los 90 y en
estos últimos años, las funciones básicas de la Atención Primaria de Salud, tal
y como se concibieron en la histórica conferencia de Alma Ata (1978), en
especial las vacunaciones, el acceso de la población al agua potable y la puesta en marcha de programas de Salud
Materno-Infantil (control de la mujer durante el embarazo, parto y post-parto y
de niños y niñas en sus primeros años). A pesar de esto las desigualdades
mundiales en salud son, al igual que las internas dentro de los países, además
de injustas, intolerables: el 53% de las personas que viven con VIH en países
de renta baja no tienen acceso al tratamiento, 29.000 niños y niñas menores de
cinco años mueren cada día por una enfermedad prevenible y curable, más de 300.000
mujeres fallecen al año por las complicaciones derivadas de su afán de traer
hijos al mundo y unos mil millones de personas no tienen acceso a los servicios
sanitarios que precisan cuando los necesitan.
(Para seguir leyendo clickar aquí debajo)
(Para seguir leyendo clickar aquí debajo)
En este contexto el papel de la cooperación internacional en
materia de salud se muestra fundamental. En los últimos años, desde 2004 hasta 2010, en el marco de crecimiento global
de la aportación española a la cooperación, el sector salud ha ido
incrementando su peso específico hasta rebasar el 10% del total de la Ayuda
Oficial al Desarrollo (AOD). Y no sólo eso sino que ha experimentado un cambio
muy notable en aspectos estratégicos a la búsqueda de mayor coherencia y eficacia.
De esta manera la salud en el III Plan Director de la Cooperación española, que
termina este año, adquiere un papel prioritario y se orienta fundamentalmente
al fortalecimiento de sistemas públicos de salud, que deben orientarse a los
principios de la Atención Primaria de Salud. En este sentido, y a falta de
datos de evaluación detallados, hemos de reconocer que las mejoras registradas
en la AOD española en salud en esos años han sido muy notables,
debiendo recalcarse el hecho de que esta estrategia sectorial se encastre en otra
más general de la cooperación española: la de potenciar, allá donde trabaja,
sistemas de protección a las personas, sobretodo a las más vulnerables.
Durante años miles de cooperantes españoles hemos vivido nuestro
particular bautismo de fuego en las actividades de terreno, en especial cuando éste ha ocurrido en comunidades
rurales muy aisladas de países en desarrollo de América Latina y África, experimentando
dos sorpresas muy notables de forma simultánea: la constatación incrédula de la
ausencia casi total del Estado (más que patente en la práctica carencia de
cualquier tipo de servicios a la población) y, en lo que se refiere a la
asistencia sanitaria, la comprobación de que cuando existen establecimientos
sanitarios públicos estos suelen estar vacíos al ser rechazados por una
población necesitada de ellos pero que los considera más caros que los privados
y peores que éstos. Contrastaba la visión de este desolador panorama con las
condiciones de nuestro país como palpable evidencia de las ventajas que ofrece una
sociedad avanzada a la población con más precariedad. En las actuales
circunstancias estas diferencias que han construido el imaginario colectivo de
varias generaciones de jóvenes profesionales españoles de la cooperación serán
cada vez más pequeñas si consideramos los avances en el proceso actual de
desmantelamiento del sistema sanitario público en nuestro país. Tanto es así
que España está siendo de facto desplazada del gran consenso europeo por una
cooperación que avance hacia la salud global, que pretende ante todo que la equidad
sea la sustancia que inspire las intervenciones de cooperación sanitaria y que
exista coherencia entre las políticas internas y externas en los países europeos.
Cuando la filosofía que ha vertebrado la cooperación española y europea en
estos últimos años fue la búsqueda de la cobertura universal y el acceso a unos
servicios de salud para todos, la actual deriva de la política del Gobierno
español en materia sanitaria hace increíble su posición global en el mundo y le
convierte en un socio muy poco fiable tanto para los demás donantes como para
los países en desarrollo.
Muchos de los avances obtenidos por la cooperación española en
el sector de la salud en los últimos años se ven amenazados actualmente por la
crisis económica mundial. En nuestro país la disminución drástica de los fondos
destinados a cooperación (de un 0,46% del PNB en 2009 al exiguo 0,2% planteado
para el presente año) ha condicionado insospechadamente un decremento
proporcionalmente mayor de lo que se dedica a salud (por tanto, una disminución
desproporcionada de este sector), a pesar de que todos los actores involucrados
coinciden en afirmar que ese capítulo (incluido en el área de Servicios
Sociales Básicos junto con la educación y el acceso al agua) debería
priorizarse sobre otros, en especial sobre la ayuda que genera deuda en los
países receptores. Aunque los grupos parlamentarios que examinaron el
desarrollo de las políticas de cooperación española en 2011 recomendaron al
Gobierno destinar el 15% de la AOD a la
salud,
la realidad es que, negro sobre blanco, en la tabla de
presupuestos para 2012, el ejecutivo se propone situarla por
debajo del 5% del raquítico monto total. Contrasta este hecho con que en el
conjunto de los países de la OCDE la partida que se dedica a salud siga
creciendo. Pero más grave aún resulta la reducción que en España, dentro del
sector, se piensa aplicar a las ayudas en Salud Sexual y Salud Reproductiva,
que no van a llegar ni a un 0,7% del total de la AOD, cuando el compromiso
adquirido por España en la Conferencia de Población y Desarrollo de El Cairo
sitúa este renglón en, al menos, el 6% de ella.
Estas circunstancias han hecho que se levanten ya algunas
voces contra estas políticas restrictivas, advirtiendo de
las graves consecuencias que pueden tener para la salud de muchas personas en
todo el mundo. Así, en el pasado mes de Julio, MSF y la Fundación Salud por
Derecho emitieron un comunicando denunciando que la aportación española al
Fondo Mundial para la lucha contra el SIDA, la Malaria y la Tuberculosis no
está a la altura de las necesidades urgentes de la pandemia de SIDA y es poco
consecuente con los compromisos asumidos en la ONU por nuestro país de asegurar
el tratamiento de 15 millones de personas en 2015. Los recortes actuales van a condicionar
también que muchos países en desarrollo, en especial aquéllos, como los
africanos, en los que el peso de la cooperación española en salud es mayor, no
logren alcanzar otros significativos Objetivos de Desarrollo del Milenio,
viendo truncadas sus justas aspiraciones de conseguir esas metas no sólo en lo
concerniente a la epidemia de VIH/SIDA sino también en la reducción de la mortalidad
materna e infantil.
“Somos un país serio
que cumple sus compromisos”, claman hasta el hartazgo los miembros de este Gobierno
cuando quieren justificar la toma de las decisiones económicas más restrictivas
impuestas,
o simplemente recomendadas, por algunos organismos internacionales.
En las actuales circunstancias de profunda crisis de la cooperación española
cabe exigir al gobierno que cumpla, aquí también, con sus compromisos en estas
materias. Como quiera que se ha reducido de forma tan drástica la AOD es
preciso priorizar aquéllos sectores del máximo impacto en la reducción de la
pobreza y en los avances hacia el desarrollo humano. Como la salud básica, la
salud sexual y la salud reproductiva. Eso se puede conseguir apoyando las
iniciativas multilaterales de alto impacto con las que existen compromisos,
y desarrollando estrategias bilaterales de apoyo y refuerzo a los sistemas
sanitarios públicos que comprendan entre otras iniciativas la formación de
personal de salud y el acceso a los medicamentos esenciales de toda la
población. La financiación de estos sistemas es uno de los elementos clave para
garantizar la cobertura universal pues necesitan fuentes predecibles de
ingresos para asegurar los niveles necesarios de atención.
En proposición no de Ley aprobada el 30 de Marzo de 2011
“…el Congreso de los Diputados insta al Gobierno a (…) seguir impulsando el
valor de la solidaridad hacia la cobertura de una atención sanitaria de
calidad, equitativa y universal (…) en el ámbito de la cooperación
internacional”. Resulta difícil creer
que este Gobierno impulsará fuera lo que rechaza en casa; pero, hoy por
hoy,
y por encima de recortes y coyunturas, hay pocas alternativas a estas políticas
de cooperación promovidas en los últimos años y ninguna a la estrategia de
potenciar sistemas sanitarios públicos que busquen la cobertura universal en el
marco de sistemas sólidos de protección a las personas.
José Manuel Díaz Olalla
Médico cooperante
(Publicado en la Revista "Temas para el debate", nº 215, Octubre de 2012)
(Ilustración de Mikel Casal, tomada de "Público.es")
No hay comentarios:
Publicar un comentario