lunes, 1 de septiembre de 2008

Reseña bibliográfica



“Los monocultivos de la mente”


de Vandana ShivaEditorial Fine, México, 2008




Vandana Shiva, física teórica y filósofa de la ciencia, es Directora de la Fundación de Investigaciones para Políticas de Ciencia Tecnológica y Recursos Naturales de la India además de una conocida luchadora en favor de la diversidad y la integridad de los medios de vida, especialmente las semillas. El libro del que es autora es una compilación de cinco ensayos sobre su propia perspectiva de la biodiversidad y la biotecnología publicados desde 1983. Y es esta la primera sorpresa que produce el texto: a pesar de la antigüedad de alguna de las obras que lo componen y de la cambiante realidad que abordan, en sus conceptos más profundos y filosóficos su actualidad es incontestable.

El hilo conductor de todos ellos es una idea que va tomando cuerpo a medida que el lector va pasando páginas: no se trata, como se puede suponer ante el título, de buscar paralelismos entre las nuevas estrategias de explotación de la agricultura impuestas al mundo pobre desde occidente y la obligación casi inevitable de aceptar el pensamiento hegemónico en cualquier esfera de la vida, sino que nos encontramos, en realidad, ante el mismo fenómeno y sus dos caras. Y esa es la segunda y la más grande de las sorpresas que encierra: el cultivo único es lo mismo que el pensamiento único.

La autora india va desmontando paso a paso y con argumentos científicos la supuesta eficacia de esos métodos impuestos a los países pobres para que cultiven las especies que supuestamente son más rentables desde la óptica comercial de las empresas que controlan el mercado de maderas y semillas. Como ahí se explica no son tal y si lo fueran la rentabilidad premiaría tan sólo a esas grandes compañías del mundo desarrollado que las comercializan y proveen de los insumos necesarios a los agricultores. Y no sólo eso sino que esas políticas destruyen también el delicado equilibrio ecológico que aprovisiona de agua, abono y comida a millones de personas en comunidades rurales precarias, haciéndoles completamente dependientes y, por lo tanto, mucho más pobres. La mal llamada “revolución verde” exportada como idea de progreso por parte del Banco Mundial y otras instituciones multilaterales internacionales, considera maleza a todas aquéllas especies que no son las “elegidas” comercialmente defendiendo su destrucción y su sustitución por estas. El guiño definitivo de esta argumentación lo ofrece Shiva cuando nos convence de que también en el mundo de las ideas aquéllas que no tienen que ver con los planteamientos dominantes y asumidos como correctos, que son aquéllas a las que otorgamos una elevada rentabilidad política para nuestra propia concepción del mundo, son también maleza y, como ocurre con el castaño silvestre, también deben ser destruidas y sustituidas por los pensamientos adecuados como si de eucaliptos se trataran. La idea definitiva es que quien no se pliega a estos planteamientos hegemónicos se convierte en un ser marginal sin cabida alguna en el mundo de lo real, de la misma forma que las comunidades que optan por el autoconsumo en vez de incorporarse al mercado liberador que todo lo cura y lo reconduce, dejan de contar en la agenda global.

La principal amenaza a la diversidad proviene del hábito de pensar en términos de monocultura, que hace desaparecer la variedad de la percepción y, por ello, del mundo. Los monocultivos que se imponen desde el mundo opulento tienen que ver con una misma forma de pensar, de dirigir la sociedad, de consumir, de vestirse, de hablar o de entender la organización de este mundo. Dice la autora: “Las semillas que hoy están en peligro de extinción llevan dentro, a su vez, la cimiente de otros modos de concebir la naturaleza y otras formas de producir para satisfacer nuestras necesidades”.

Surge este libro, que les recomiendo sin lugar a dudas, de la necesidad de buscar alternativas para detener la destrucción ecológica. Pero como queda explicado en estas líneas no trata simplemente de eso porque la uniformidad y la diversidad no son sólo maneras de cultivar la tierra sino también de pensar y de vivir.



José Manuel Díaz Olalla

Publicado en la Revista Temas para el Debate, nº165-166

Agosto-Septiembre de 2008