martes, 14 de agosto de 2018

La crisis de Europa y los refugiados: in memoriam Samir Amim

Samir Amín, fotografía tomada de "Página 12"


El extraordinario pensador marxista, economista y politólogo Samir Amin, falleció el 12 de agosto de 2018 en París. Reproduzco aquí una breve reseña sobre su libro "Refugiados", que escribí para la revista "Temas para el debate", publicada el 19 de enero de 2017, en recuerdo y homenaje al gran humanista. Sus ideas, como se ven, están más vigentes que nunca


"Este libro del conocido Catedrático de Ciencias Políticas francés de origen egipcio, ex-eurodiputado y Consejero de Estado de la República Francesa Sami Nair, es una apretada aunque completa disección de la realidad política europea de los últimos años, esa que ha desembocado en la actual y vergonzosa crisis de los refugiados, que junto a las otras dos grandes y recientes crisis europeas, la del euro y la del BREXIT, conforman los más claros exponentes del nivel de desnaturalización al que ha llegado el maravilloso proyecto fundador de Europa. A nadie le puede extrañar ya, y a la vista de lo que sucede, el enorme desapego que manifiesta una gran parte de la población europea a la idea original que impulsó la Unión, ni el auge de todas las expresiones de euroescepticismo, de las que las más graves y peligrosas son, no hay duda, el resurgimiento de los movimientos filofascistas y xenófobos por todo el continente.

Nair sitúa la raíz de lo que califica como la mayor crisis humanitaria en Europa desde la Segunda Guerra Mundial, en las circunstancias demográficas, tan contrapuestas, entre el Sur de Europa y el resto del mundo al Sur y al Este del Mediterráneo. El continente rico, en recesión, y los demás en crecimiento exponencial. La gravedad de esta divergencia, la profundidad de esta brecha, se hace abismal si anotamos que sobre ella las realidades económicas son también opuestas aunque, en este caso, en sentido contrario, es decir, los países emisores de refugiados y emigrantes viven sumidos en la pobreza o, en el mejor de los casos, en el estancamiento económico, mientras que, al otro lado, la riqueza, en especial para algunos, ha aumentado vertiginosamente. La grieta, por tanto, se ahonda más. La situación de guerra y violencia que sufren los principales emisores de refugiados (Siria sobre todo, pero también Libia, Afganistán, Irak o Eritrea) ha provocado el agravamiento reciente del problema migratorio existente, por lo que el perfil mayoritario de quien llama a las puertas de Europa en la actualidad no es el de emigrante económico, sino el de solicitante de asilo y protección.

En los últimos años, explica Nair, y para proteger el mercado laboral de la UE preservándolo sólo para los europeos o, en todo caso, para que las sobras, si las hubiere, se pudieran ofertar exclusivamente a los no comunitarios ¨cualificados¨ (bello eufemismo para denominar el robo de profesionales formados con gran esfuerzo por los países en desarrollo), aparece el tratado de Shengen y Europa decide ¨externalizar¨ la gestión del flujo exterior de personas, encomendando dicha gestión a países terceros ¨no seguros¨, que cumplen escrupulosamente su misión (campos de internamientos, admisión inmediata de los que entraron en Europa irregularmente, control de fronteras). A cambio de ello se les asigna jugosas cantidades de euros enmascaradas en Ayuda Oficial al Desarrollo con que justificar su auténtica naturaleza, la de retribuir a los gendarmes. No importa si esos países son poco escrupulosos en el respeto a los derechos elementales de las personas, es lo de menos. El efecto inmediato más pernicioso de estas políticas, además de contravenir la legislación internacional y europea sobre asilo y refugio y de lanzar a suelo decenios de solidaridad y respeto europeo por los derechos humanos, ha sido el de invisibilizar al auténtico refugiado y solicitante de asilo, confundiéndole en el paso previo a su solicitud con un emigrante económico más.

El politólogo francés analiza pormenorizadamente el papel jugado por cada una de las naciones de la UE en la generación de la crisis y en el actual estado de cosas, destacando con claridad el cambio de postura de la canciller alemana Merkel, al paso que le han marcado sus malos resultados electorales, quien pasó de ser la más abierta defensora de los que llegaban a Europa en busca de protección a  apoyar la firma del ignominioso acuerdo con Turquía de 2016, al que denomina como el ¨Acuerdo de la Vergüenza¨. El papel de España, como comparsa que nunca se define y su escaso respeto a los derechos de quienes buscan ayuda (sucesos de Melilla, situación de los CIEs) es también destacado en este libro, casi tanto como dos hechos diferenciales indiscutibles, uno es el que denomina el fin del mítico historial de asilo de los países nórdicos y el otro, el deleznable papel, egoísta y contrario a los principio básicos de la Unión, de los recién incorporados países del Este de Europa.

Propone el autor por ello una suerte de refundación de Europa, desterrando sus más clamorosos fallos, entre los que destaca la falta de una estrategia política y social, que supere a la económica en el gran proyecto de unidad, y la revisión de las condiciones de ingreso de algunos países del Este de Europa. En todo caso, y para la circunstancia concreta en que se debate la UE el autor se sitúa en una posición intermedia entre la actual de rechazo a los refugiados y la falta de respeto a la legislación internacional y la promulgada por algunas organizaciones humanitarias de apertura total de las fronteras a quienes acuden con la intención de vivir entre nosotros.

El resurgimiento del fascismo en Europa ha dejado de ser una hipótesis para convertirse en una amenaza real. En este análisis de Nair, en su cuidado relato cronológico, en su permanente denuncia, en la valiosa documentación que aporta y en su apuesta por soluciones que considera alcanzables y reales, se evidencian argumentos y puntos de vista suficientes para que ese terrible vaticinio, con el concurso de todos, no llegue a hacerse, nunca, realidad."

Manuel Díaz Olalla
Santiago de Cuba, 5 diciembre de 2016

Cooperación en salud en situaciones de emergencias: revisando conceptos

Foto Manuel Díaz Olalla. Goma, Zaire, julio 1994

La Acción Humanitaria es una modalidad de la Ayuda Oficial al Desarrollo, diferente a la cooperación internacional y a la sensibilización, aunque relacionada con ellas. Tiene sus propias características y los actores que intervienen en ella respetan los Principios Humanitarios, que emanan del Derecho Humanitario Internacional (humanidad, independencia, universalidad, imparcialidad, competencia). Los escenarios naturales de este tipo de intervención son los desastres naturales, la violencia y la guerra, las epidemias y las situaciones en que una gran cantidad de personas están excluidas de cualquier atención de salud formal.

Las intervenciones de estas características se desarrollan exclusivamente con el objeto de asegurar la supervivencia de la población afectada (en sentido amplio: “salvar las vidas, curar las enfermedades, aliviar el dolor”) y no pueden ser objeto ni de trueque ni de devolución, como sí pueden serlo las otras modalidades de la cooperación internacional.

Desde el punto de vista técnico, una intervención de emergencia se hace necesaria cuando los sistemas locales de atención han colapsado como efecto del evento que provocó la emergencia o son incapaces de atender las incrementadas necesidades de la población afectada. El objeto inmediato de las mismas es mantener la mortalidad y la morbilidad de los afectados en los mínimos posibles.

La emergencia compleja es la que involucra importantes movimientos de la población, muchas veces como resultado de la guerra o la violencia (los desastres naturales raramente provocan esos éxodos), perdiendo servicios y medios de subsistencia, apareciendo en ese contexto con mucha frecuencia hambruna y epidemias de enfermedades transmisibles que provocan mucha mortalidad y carga de enfermedad entre los afectados.

 La salud y las probabilidades de supervivencia de una población que vive una situación de emergencia se ven muy determinadas por los sucesos que acontecen en las horas sucesivas, el impacto y la naturaleza del evento que lo provocó, los servicios de que disfrutaban las personas y su situación basal (de salud, nutricional, etc). Por lo general cuando existe una destrucción grande de infraestructuras sanitarias aparecen con facilidad brotes epidémicos de enfermedades de transmisión oral-fecal (cólera, shigelosis) y de las transmitidas por vectores (malaria, dengue, tifus exantemático), mientras que si los damnificados viven hacinados en albergues o residencias temporales con frecuencia aparecen epidemias de enfermedades que se transmiten por contacto directo o por vía respiratoria (como la meningitis meningocócica o la tuberculosis pulmonar). En todo caso el colapso del sistema sanitario con frecuencia incrementa el desarrollo de enfermedades vacunales y, en general, de las crónicas bien controladas hasta ese momento.

Las necesidades más importantes en una emergencia se establecen en estos cinco ámbitos: agua y saneamiento ambiental, salud, alimentos, techo mínimo y alimentación. De entre todas, la atención al suministro de la primera se hace imprescindible desde el primer momento. Hay que destacar que es muy importante desde el comienzo mantener una visión de salud pública a medio y largo plazo para comprender cuáles serán las necesidades de la población afectada. En este sentido, la evaluación rápida de la situación (cantidad de población afectada, grado de afectación, situación basal, estado de las infraestructuras sanitarias y disponibilidad de trabajadores de la salud) es una de las aportaciones de más fundamento que se deben tomar en los primeros momentos y la puesta en marcha de actividades de control epidémico, un asunto básico para la atención. Las vacunaciones, el suministro de agua tratada, la eliminación de excretas, el tratamiento de los problemas de salud que se presenten, tanto si son transmisibles como si no lo son, la lucha antivectorial y la vigilancia epidemiológica son actividades de primera línea que casi siempre hay que acometer para la adecuada atención a la población. Esa atención debe ser siempre de calidad y existen múltiples manuales surgidos de los consensos y la experiencia de todos los actores involucrados (agencias de ONU, ONG’s, clúster de salud, autoridades locales) en los que se detalla lo que debe ser una intervención humanitaria adecuada (normas mínimas).

Con frecuencia en todos los ámbitos de la cooperación, incluido en el de la salud, la atención aguda, la inmediata, la que tiene que ver con el socorro y el rescate, es, para muchos, la básica para la población afectada. Se olvida por ello la visión a medio plazo y las necesidades de los que no sufrieron los peores efectos del embate agudo pero que han visto muy mermadas sus fuerzas y sus capacidades. Ese momento es solo el inicio de un ciclo que determinará el tipo  intervención, que será cambiante en el tiempo: se trata del continuum y asegura que después de la respuesta inmediata debe seguir la rehabilitación, la reconstrucción, la prevención de riesgos y la mitigación.

El abordaje de las emergencias desde el punto de vista preventivo requiere comprender que la vulnerabilidad de la población es un elemento que se combate incrementando las capacidades de  la misma, tanto por la formación específica como acometiendo políticas adecuadas desde los Estados. En todo caso la escasez o precariedad de los servicios públicos es un factor de riesgo muy importante para la población que recibe el impacto de un fenómeno natural o de la violencia.

La aparición de determinados brotes infecciosos también está relacionada con el tipo de fenómeno que provoca la emergencia, si bien en las emergencias complejas son siempre más frecuentes. En general y refiriéndonos a los naturales, los que producen más mortalidad inmediata son los terremotos y los tsunamis, mayor cantidad de heridos los primeros y  mayor probabilidad de hambrunas los segundos y aquéllos en los que se dan grandes desplazamientos de población (población desplazada o refugiada). Casi todas las víctimas de los conflictos registrados en los últimos decenios en África son el resultado inmediato del desplazamiento masivo de población y la hambruna. La mayoría de ellos fallecieron, además de por la desnutrición, por diarreas, infecciones respiratorias, sarampión y paludismo (80-90% de las víctimas).

La cooperación en situaciones de emergencia debe incluir con frecuencia, además de la atención urgente (asistencia a los heridos, cuidados traumatológicos y quirúrgicos), la psicológica (el estrés post-traumático), la ginecológica y la de salud pública, como ya se dijo. A medio plazo, y en la medida en que pudieran aparecer los problemas infecciosos, frecuentemente en forma de epidemias, y se descompensaran los crónicos previamente controlados, la escasez de alimentos puede producir desnutrición que a veces es grave, en especial en el caso de los niños. Por ello es muy conveniente monitorizar la situación ponderal de los pequeños, al menos a través de alguna encuesta a una muestra de los que acuden al sistema de salud. La medida del perímetro braquial (MUAC), primero y el cálculo de los indicadores de peso para la talla, talla para la edad y peso para la edad podrán informar sobre si existe una situación grave de desnutrición en cualquiera de sus formas (marasmo, kwashiorkor) y cuál era la situación previa, así como determinar si se debe hacer una intervención comunitaria en el ámbito de la distribución de alimentos, además de  la detección y el tratamiento enérgico de los casos de desnutrición.


Manuel Díaz Olalla
Introducción a la sesión del mismo nombre de la II edición del curso "Salud global y cooperación internacional", ENS
Abril, 2018


Nueva entrada en el blog "No le digas a mi madre" : Esperanza de Vida en la ciudad de Madrid, desigualdades y su relación con el nivel socioeconómico, nuevas aportaciones a un viejo dilema


La esperanza de vida al nacer (EV) es el indicador integral de la salud de una población más conocido y fiable. Paradójicamente se elabora a partir de los datos de mortalidad y su uso se ha generalizado en los últimos años.

Presenta la característica de que es comparable entre distintas poblaciones y que su significado es generalmente comprensible. Por ello refleja bien las desigualdades sociales en la salud, permitiendo el seguimiento de su evolución.
El informe Black (Reino Unido, 1977) fue el primero en dar visibilidad a esas desigualdades al demostrar que la mortalidad de los profesionales y directivos británicos era un 50% menor que la de los trabajadores manuales, hasta tal punto que si estos hubieran tenido las mejores tasas de mortalidad de que disfrutaban aquéllos se hubieran registrado en Inglaterra 74.000 fallecidos menos entre 1972 y 1974.
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