domingo, 16 de diciembre de 2007

EN EL MERIDIANO DE LOS OBJETIVOS DEL MILENIO





En la Asamblea General de Naciones Unidas celebrada en Nueva York en el año 2000, 189 países suscribieron la Declaración del Milenio, por la que se comprometían a alcanzar antes de 2015 un conjunto de Objetivos de Desarrollo (ODM) que afectan al bienestar de la humanidad en su conjunto. Con tan noble fin declararon estar dispuestos a no escatimar ningún esfuerzo, en la seguridad de que tal iniciativa contribuiría a “liberar a nuestros semejantes de las condiciones abyectas y deshumanizadoras de la pobreza extrema” y alcanzar el más apremiante de los anhelos humanos: un mundo sin pobreza y libre de la aflicción que ésta genera.

Aunque no es la primera vez que la comunidad internacional define compromisos compartidos, como fue el caso del programa Salud Para Todos en el año 2000, impulsado en los años 70 y cuyos resultados fueron muy dispares en todo el mundo, el amplio respaldo obtenido por los ODM apunta mayores probabilidades de éxito. Una de sus principales fortalezas reside en el fuerte consenso obtenido en torno a unas conquistas sociales que se consideran irrenunciables, y que la comunidad internacional se compromete a hacer realidad, contribuyendo a definir una incipiente carta de ciudadanía asociada a las personas –con independencia de su lugar de origen, credo, raza o sexo– en la que se concibe el desarrollo como un derecho humano.

En realidad los 8 ODM mantienen, en su abordaje global contra la pobreza, una coherencia asombrosa a la luz del conocimiento científico que se tiene hoy en día sobre el desarrollo humano. Éste abarca mucho más que los ODM, aunque ellos constituyen un referente crucial para medir el progreso hacia la creación de un nuevo orden mundial más justo y seguro. Tal es el grado de imbricación entre unos y otros objetivos que, en la práctica, es imposible avanzar en unos sin progresar en los demás. Así, lograr la enseñanza primaria universal (objetivo 2) significa, sobre todo, mejorar el acceso a la escuela de las niñas, promoviendo la igualdad entre sexos y la autonomía de la mujer (objetivo 3). Las niñas con educación se casan más tarde, lo que influye en que tengan menos hijos y a intervalos más regulares, soliciten atención médica antes –tanto para ellas, como para sus hijos– y proporcionen mejor alimentación y atención a sus niños y a ellas mismas. Todo ello aumenta las posibilidades de supervivencia infantil (objetivo 4) y de supervivencia materna (objetivo 5). A nivel de la comunidad, se reduce la fecundidad general y se avanza hacia la transición demográfica, mejora la educación y el aprendizaje de los niños y ambos asuntos repercuten en una clara disminución de su vulnerabilidad, ayudándoles a combatir enfermedades como el SIDA, el paludismo y la tuberculosis (objetivo 6). Diferentes estudios nos revelan que este empoderamiento de la mujer a través de la educación es un arma de gran alcance contra el hambre y la pobreza extrema (objetivo 1). En todo caso estos avances deben impulsarse a través del fomento de una asociación mundial para el desarrollo (objetivo 8) e inscribirse en políticas que garanticen la sostenibilidad medioambiental (objetivo 7).





Desde las páginas de TEMAS queremos preguntarnos si los ODM resultan alcanzables en el plazo temporal acordado. Aunque se trata de un conjunto esperanzado de objetivos, no son tan ambiciosos como buena parte de la humanidad demanda, pretendiéndose una “reducción” –y no la erradicación– de la pobreza en el mundo. Así, para algunos países las metas plasmadas significan anhelos demasiado cortos, pudiendo limitar, paradójicamente, logros más ambiciosos, posibles y potencialmente alcanzables. En todo caso, la consecución de los Objetivos dependerá de factores relevantes de contexto, cuya concurrencia no queda garantizada, tales como el ritmo y la calidad del crecimiento que experimenten los países en desarrollo en los próximos años, la dimensión y la calidad de la ayuda que movilice la comunidad internacional, y los cambios que se hagan en el entorno internacional y en el sistema de relaciones para ampliar las oportunidades de progreso del mundo en desarrollo.

La experiencia vivida en los 7 últimos años de cooperación internacional al amparo de los ODM arroja avances notables a nivel global, como la reducción en la pobreza y el hambre, y el acceso al saneamiento. No obstante, el grado de consecución de los objetivos ofrece un balance con claroscuros, en el que los avances se distribuyen de manera preocupantemente desigual entres las distintas regiones: así, sólo una de las 8 regiones geográficas del mundo –Asia oriental– está en camino de cumplir todos los ODM; el resto avanza de manera dispar hacia la consecución de algunos objetivos y, en concreto, África subsahariana no parece encaminarse a cumplir ninguno. Por tanto queda pendiente un largo camino por recorrer para dar cumplimiento, de manera “equilibrada”, a los ODM. A mitad de periodo, continúan muriendo cada año más de medio millón de mujeres por complicaciones prevenibles o tratables durante el embarazo o el parto, se incrementa el número de víctimas de SIDA, y se agrava el cambio climático. O, en definitiva, para 2015 se prevé que resten más de 30 millones de niños hambrientos y 600 millones de personas sin acceso a servicios sanitarios básicos.

En buena parte, este frustrante ritmo de consecución de los Objetivos responde a las limitaciones que entrañan como referentes de una agenda internacional de desarrollo: en primer lugar, pueden simplificar en exceso el objetivo final del desarrollo, entendido como un proceso complejo en el que los logros en un determinado ámbito tienen que acompasarse con realizaciones en otros para hacer sostenible el desarrollo. En segundo lugar, los ODM responden a una estrategia especialmente concebida para los países más pobres, que presentan carencias extremas, pero no tanto para los países de desarrollo intermedio (como Latinoamérica o el norte de África), que conforman buena parte del mundo en desarrollo. En tercer lugar, no es posible evaluar la contribución de un país donante concreto a la consecución de los ODM, tan sólo el balance conjunto de la comunidad internacional, lo cual restringe su utilidad como criterio de evaluación de las actuaciones de los donantes, en un contexto en el que estos actúan con importantes márgenes de discrecionalidad. En cuarto lugar, la necesidad de ampliar la ayuda oficial al desarrollo ha acaparado buena parte de los debates, limitándose en ocasiones a una discusión de cifras. Aunque dicha ampliación es necesaria, resulta aun más determinante impulsar un sistema de relaciones internacionales más justo y sostenible. Finalmente, los ODM carecen de un sistema de incentivos adecuado para su financiación: si bien se fijaron metas de desarrollo cuantificables, de cuyo cumplimiento son co-responsales tanto los países donantes, como los receptores, la Declaración del Milenio no incluyó los compromisos necesarios para financiar los Objetivos acordados. Para este fin hubo de celebrarse dos años después la Conferencia Internacional sobre Financiación para el Desarrollo, en la que los donantes más grandes (EEUU y Japón) no accedieron a establecer compromisos significativos de ayuda. Con todo, se han creado los objetivos de desarrollo, pero no los incentivos para garantizar su cumplimiento.

Lo cierto es que el mundo no quiere más promesas. Ahora resulta fundamental que todas las partes implicadas cumplan en su totalidad los compromisos ya formulados. Debemos entender que está en juego la confianza del sistema de cooperación internacional y que se corre el peligro de que las esperanzas de muchos pueblos del Sur queden irremediablemente frustradas si esta campaña contra la pobreza –la mayor de la historia– resulta insuficiente para “aliviar” la situación actual. En el meridiano temporal de los ODM, da la impresión de que los primeros años del Milenio no se han aprovechado como debieran. En los 8 años venideros habrá que redoblar los esfuerzos, si no se quiere postergar para las generaciones futuras el compromiso de cumplir estos objetivos irrenunciables de desarrollo.


Revista Temas para el Debate, Editorial del Nº 157, Diciembre de 2007

sábado, 15 de diciembre de 2007

MEJORAR LA SALUD DE LAS MADRES Y LOS NIÑOS EN EL MUNDO


En el año 2000, 189 países, ante los importantes niveles de desigualdad e injusticia alcanzados en el orbe y “…considerando la necesidad de una acción urgente por parte de todos los gobiernos, de todo el personal de salud y de cooperación al desarrollo, y de la comunidad mundial para proteger y promover la salud de todos los pueblos, elaboraron una declaración…” en la que se comprometieron ante Naciones Unidas a hacer todos los esfuerzos que fueran necesarios para, entre otros objetivos, reducir en dos terceras partes la mortalidad de los niños menores de cinco años y en tres cuartas partes la de mujeres que fallecen en el mundo por motivo del embarazo, el parto y los problemas derivados del alumbramiento, todo ello antes de alcanzar el año 2015.

Hablamos de los llamados Objetivos de Desarrollo del Milenio. Y aunque parece una novedosa iniciativa, el mundo ha desarrollado estrategias conjuntas como esta en otras ocasiones. En realidad la referencia que aparece entrecomillada más arriba no figura en la aludida Declaración del Milenio del año 2000. Está escrita en 1978 y aparece en el preámbulo de otra declaración histórica, la que se llamó Atención Primaria de Salud, que fue suscrita por todos los países del mundo en Alma Ata (Kazajstán), dando pié a la formulación de unos objetivos de salud y desarrollo mundial que han pasado a los anales de la Historia de la Humanidad con el nombre de Salud Para Todos en el año 2000. Merece la pena aquí, por tanto, reflexionar sobre la marcha del mundo una vez que hemos convenido que la misma justificación que encontraron los países para concertar acuerdos mundiales en materia de atención urgente al desarrollo y la salud, así como en la lucha global contra la pobreza, podría ser usada a discreción hoy como lo fue hace 30 años.

No obstante es cierto que, en general, todos los países han avanzado de manera clara en estos últimos treinta años en materia de salud y desarrollo. Y no es menos cierto que unos han progresado mucho más que otros. E incluso, dentro de cada país, algunos grupos sociales han experimentado los beneficios del desarrollo infinitamente más que los demás. El resumen de ello es que, aunque todos adelantan, la brecha que separa a unos de otros se hace cada vez más profunda. Por lo tanto nadie puede vivir de espaldas al hecho de que los Objetivos del Milenio hablan, sobre todo, de anhelos que deben alcanzar, en justicia, los países y los grupos sociales más infortunados.

Así lo demuestran datos como que la esperanza de vida al nacer en 1955 para todo el mundo era de 48 años, en 1970 de 59 años, en 1995 de 65 años y en el 2025 será de 73 años. A pesar de ello 300 millones de seres humanos viven en 16 países que han visto disminuir esa esperanza de vida en los últimos veinte años. Las diferencias son elocuentes en datos de hoy: la expectativa vital en los países de renta elevada es de 78 años, mientras que en los menos desarrollados es de 51, y sólo de 40 en algunos países africanos castigados por el SIDA.

La mortalidad de los niños ha sido históricamente un lastre para el desarrollo y el bienestar de los pueblos. Sabemos que en 1955 el 40% de todas las muertes mundiales ocurrían en menores de 5 años. Hoy se ha reducido a un 21% y en el año 2025 no superará el 8%. A pesar de tan buenas expectativas en ese futuro año se registrarán previsiblemente 5 millones de muertes entre menores de 5 años de las que el 97% ocurrirá en países no desarrollados y mayoritariamente por problemas evitables como las infecciones y la malnutrición. Es decir que, de ellos, unos 2 millones no morirían si se les aplicaran las vacunas existentes y la mayoría de los restantes seguirían viviendo si tuvieran la suerte de ser objeto de sencillas medidas de prevención de algunas enfermedades frecuentes y, en nuestro medio, leves.

Por cada 1.000 niños nacidos en los países ricos, 7 mueren antes de su quinto cumpleaños, mientras que por 1.000 nacimientos en los países más pobres son 155 los que fallecen antes de alcanzar esa temprana edad. Y no se trata sólo de tragedias humanas, con ser estas terribles, si no también económicas pues esta injusticia reduce las posibilidades de crecimiento de las comunidades y los países y sume a los pueblos en la miseria. La auténtica dimensión de esta desigualdad que afecta a los niños es también muy llamativa dentro de cada país: en la mayoría de los que experimentaron una reducción considerable de la mortalidad infantil en los últimos años en el mundo las más llamativas mejorías se observaron entre los que habían nacido en el 40% de las familias más ricas, o en áreas urbanas, o en aquellos cuyas madres habían recibido algún tipo de formación.

Todo ello a pesar de las evidencias comentadas de que la muerte y la enfermedad pueden reducirse en el mundo con rapidez con intervenciones selectivas en programas de salud pública. La falta de progreso en la supervivencia infantil es un claro reflejo de la negligencia de muchos servicios de asistencia sanitaria básica en ciertos países en desarrollo. Por tanto, y al atravesar este ecuador de los Objetivos del Milenio, podemos afirmar que África subsahariana, Asia meridional, algunos países de la antigua Unión Soviética y Oceanía necesitan acelerar la tímida mejoría que han experimentado con rapidez para conseguir cumplir lo esperado en 2015.

Pero resulta aún más sorprendente y alarmante el auténtico estancamiento al que han llegado en todo el mundo las cifras de mortalidad de las mujeres por motivos relacionados con la maternidad (mortalidad materna), en especial si consideramos que, entre todos, es uno de los aspectos de la salud que mejor responde a la intervención sanitaria. Es decir, que una gran parte de las mujeres que fallecen por estas causas evitaría ese fatal desenlace si tuviera a su alcance alguna asistencia sanitaria aunque fuera rudimentaria. El progreso en este tema es tan exiguo que sabemos que en 2005 murieron en el mundo 536.000 mujeres por estos motivos, mientras que en 1990 lo habían hecho 576.000. El 99% de estas muertes ocurren en países en desarrollo, y más de la mitad de ellas en África Subsahariana. En esta región del mundo y en Asia meridional se registra el 86% de toda la mortalidad por esta causa.

En realidad la auténtica dimensión del problema queda representada de manera inapelable al comprender que, con seguridad aritmética, hoy en día 1 de cada 26 niñas de 15 años morirá por este “empeño” de tener hijos a lo largo de su vida en África. En Níger lo hará 1 de cada 7. En los países desarrollados tan sólo 1 de cada 7.300. Para evitar esta terrible situación es necesario que las mujeres tengan acceso universal a servicios de salud reproductiva y sexual, incluida la planificación familiar ya que una gran parte de esos embarazos que tienen un final infausto no fueron deseados por ellas. Pero, y como ocurre con cualquier área del progreso, se requieren además mejoras en otros ámbitos pues, por ejemplo, para que esos servicios de atención funcionen y sean capaces de cumplir su importantísima misión deben existir también transportes públicos, con objeto de que las mujeres puedan acudir a urgencias cuando lo necesiten, y deben haber recibido educación, ya que así sabrán reconocer las circunstancias en las que deben pedir ayuda. Como siempre y para todos los avances humanos el beneficio llegará de la mano de un proceso de mejora interdisciplinaria y no sólo de la parcela sanitaria.

La desigualdad social interna es evidente también en la mortalidad materna: según algunas encuestas realizadas entre 1996 y 2005 en 57 países en desarrollo, el 81% de las mujeres en entornos urbanos pudo parir con la ayuda de un asistente sanitario cualificado, mientras que esa suerte sólo la tuvo un 49% de las mujeres que vivían en una zona rural. De igual modo un 84% de las mujeres que habían completado la educación secundaria o estudios superiores recibieron esa asistencia cualificada, más del doble del índice que registraron las madres sin una educación formal. Alcanzar este objetivo de salud de las mujeres, como se ha dicho, es sencillo. A pesar de ello muy probablemente en África al sur del Sahara y en Asía meridional no se alcanzará en 2015.

Los pobres mueren hoy en el mundo de causas conocidas e identificables y en gran parte prevenibles y tratables de forma barata. Por lo tanto la muerte y las enfermedades de los pobres no son inevitables. Como recientemente recordaba Jeffrey Sachs (“El País”, 3 de Septiembre de 2007) se ha demostrado que los países pobres pueden poner en marcha programas de salud pública eficaces cuando se les ayuda. Por ello es posible que todos, ricos y pobres, tengamos acceso a servicios de salud de calidad: se lograría tan sólo con que los países ricos dedicaran el 0,1% de su renta a este fin. Esa aportación, acompañada de la mejora de la administración y la puesta en marcha de medidas de redistribución de la riqueza en los países receptores, se vislumbran como iniciativas de capital importancia para alcanzar los Objetivos del Milenio en 2015.

Pero nada de ello tendría un auténtico impacto en la salud de madres y niños en el mundo si no se avanzase también en cambios estructurales que afecten a las políticas económicas internacionales. Poco se progresaría si, por ejemplo, no se abandonaran definitivamente esas tendencias de modernidad liberal mal entendida que buscan, en cuestiones básicas como el abastecimiento de agua o los servicios de salud, una privatización que sólo favorece a los ricos y poderosos y condena a los más necesitados a seguir muriendo y soportando niveles intolerables de enfermedad por los siglos de los siglos.



José Manuel Díaz Olalla, Médico Cooperante
Publicado en la revista Temas para el Debate,
nº 157, Diciembre de 2007

sábado, 1 de diciembre de 2007

QUÉ NOS DICE EL INFORME DE DESARROLLO HUMANO 2007-2008





A finales de Noviembre de 2007 se dio a conocer el Informe de Desarrollo Humano 2007-2008. Se trata de un análisis de la realidad mundial que elabora, con periodicidad anual y desde 1990, el Programa de Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD). El de reciente aparición se dedica a “La lucha contra el cambio climático”. En él se concluye que el mundo debe centrarse en aquellos impactos de este cambio que podrían producir reveses sin precedentes en aspectos tales como la reducción de la pobreza, la salud y la educación. El mundo avanza a un punto de inflexión que podría atrapar de forma irreversible a los ciudadanos más vulnerables de los países pobres (un 40% de la humanidad, lo que significa unos 2.600 millones de personas) enfrentándoles a la malnutrición, la escasez de agua, amenazas ecológicas y pérdidas de sus medios de sustento. Lo más llamativo e injusto de esta predicción es que sean los países que menos contribuyen al cambio climático global, precisamente por su escaso desarrollo, los que van a tener que enfrentar los costos humanos más graves e inmediatos.
El Índice de Desarrollo Humano (IDH) se calcula en estos informes para todos los países del mundo. Para su obtención se cuantifican y ponderan indicadores de salud, de educación y de renta. En el reciente informe, en el que se han estudiado 177 países, Islandia se sitúa a la cabeza del desarrollo mundial , seguido de Noruega, quien ocupaba la primera posición en años anteriores. A continuación figuran Australia, Canadá e Irlanda. El examen minucioso de los indicadores que componen el IDH nos revela en qué aspectos del desarrollo cada país acumula mayor proporción de su éxito y, también, de su fracaso.

Una de las novedades más llamativas de este nuevo informe es el avance de España en este ranking: ascendió seis plazas respecto al informe del año 2006, pasando del puesto 19º al 13º, inmediatamente después de Estados Unidos. Lejos de deducciones triunfalistas debemos reconocer que la desaparición física de una parte de la población anciana en España, con bajos niveles de instrucción debidos a las penurias que históricamente hubieron de vivir, justifica en parte estos avances, como se comprende algo ficticios, ya que parece ser la disminución de la proporción de analfabetos el factor que más incidió en el progreso final del indicador global de desarrollo.
A pesar de que España avanza adecuadamente en riqueza seguimos siendo uno de los países de alto nivel de desarrollo que mayor pobreza registra (12,5% según el indicador combinado de pobreza que aporta este informe -IPH2-). El alto nivel de desigualdad que ostentamos de manera estable (el 10% más rico de la población acumula 10 veces más que el 10% más pobre) no habla muy bien de políticas que deberían primar a los más desfavorecidos en el reparto de beneficios sociales, y que no lo hacen. El bajo gasto público que realizamos en sanidad (5,5% del PIB) o en educación (4,5%), entre los más bajos de los países más desarrollados, alertan sobre la necesidad de ahondar con más energía en ciertas políticas públicas equitativas.
Al otro lado de la tabla, en la realidad opuesta del mundo en que vivimos, se sitúan los países con más bajo nivel de desarrollo, todos pertenecientes a África Subsahariana, con Sierra Leona en el último lugar. Registran según el IDH un déficit de un 65% (IDH de 0,35) respecto al desarrollo máximo que es posible alcanzar en la actualidad, mientras que España, por ejemplo, muestra un déficit sobre ese máximo ideal de apenas un 5% (IDH de 0.95).
El abismo, de nuevo, entre el mundo opulento y el que subsiste en niveles intolerables de privación resalta en este interesante análisis como un aldabonazo a la conciencia común. Buscar soluciones a estas diferencias sería la mejor aportación de estos informes como herramientas destinadas a conseguir el bienestar colectivo.





José Manuel Díaz Olalla,
Médico Cooperante




(Publicado en la página web de la Fundación Sistema, Diciembre de 2007)
http://www.fundacionsistema.com/NewsDetail.aspx?id=691

miércoles, 1 de agosto de 2007

CARTA AL FORO DE HORA 25 EL 5 DE FEBRERO DE 2007 A PROPÓSITO DE LA RECUSACIÓN DEL MAGISTRADO PÉREZ TREMPS EN EL TRIBUNAL CONSTITUCIONAL

1ª evidencia: los jueces no son imparciales, porque si no ¿qué explicación tiene que todos los jueces que ha elegido el PP voten en un sentido y los que han elegido otros voten en sentido contrario?
2ª evidencia: si lo anterior es así ¿qué sentido tiene que los tribunales y el órgano de gobierno de los jueces lo controle un partido que no es el mayoritario en el país como se ha demostrado en las últimas elecciones?Una conclusión: estamos ante uno de lo grandes fracasos de nuestro sistema de organización social y política. Casi, casi, al mismo nivel de fiasco que la financiación de los Ayuntamientos. Es decir vivimos en una democracia de segunda...
Una necesidad: urge la reforma constitucional...

domingo, 1 de julio de 2007

POR FAVOR, MÁS IMPUESTOS PARA MÁS ESTADO


Entre todas las aportaciones de interés que los informes anuales sobre el Desarrollo Humano en el mundo publicados por el Programa de Naciones Unidas para el Desarrollo, brindan al lector desde hace más de 15 años, tanto al avezado analista de la realidad internacional como al simple curioso, es muy de destacar el éxito conseguido en popularizar conceptualmente que desarrollo es más que riqueza material. Como Aristóteles hemos comprendido que la riqueza no era el bien que buscábamos. O, al menos, no todo el bien.
De esta manera podemos comprobar cómo países con gran riqueza en renta per cápita aparecen retrasados en desarrollo humano si no han sido capaces de traducir esa riqueza en opciones y ventajas para la gente: es decir, y en los términos que se manejan en la composición de los índices, si no han tenido éxito al convertir riqueza en salud y educación. Es el caso de países con grandes recursos petrolíferos pero poca esperanza de vida y mucho analfabetismo. Esta combinación de alto PIB per cápita y bajo nivel de desarrollo humano puede estar representada en el mundo pobre por casos tan paradigmáticos como Guinea Ecuatorial y no se llega a completar la ecuación hasta que no visualizamos, con otros indicadores complementarios (Índice de Pobreza Humana por ejemplo), cuánta gente se queda fuera de los valores promedios que componen el indicador de desarrollo. Es decir para tener la visión global de la realidad de cada país necesitamos conocer también qué cantidad de personas vive en situación de pobreza o, lo que es lo mismo, cuál es el alcance real de la injusta distribución de esos bienes que produce el país.
De la lectura minuciosa, un año tras otro, de los datos de los informes, se extraen conclusiones que resultan didácticas cuando somos capaces de cerrar ecuaciones que parten de los resultados y nos llevan a las causas. De entre estos hallazgos el de la situación de los países escandinavos es muy llamativa. En el informe del año 2006 aparece uno de ellos, Noruega, como el país de mayor Desarrollo del mundo, y otro, Suecia en el quinto lugar. Islandia, en fin y por ampliar el abanico a países que comparten una lengua común, ostenta el segundo puesto mundial. Son países que de verdad convierten la riqueza en beneficio para la población, en especial Suecia que en el ranking de riqueza en términos de PIB per cápita está en el puesto 16 mundial, esto es, se sitúa once puestos por delante en desarrollo respecto al que ostenta en la lista de economías mundiales. Tal circunstancia sólo se explica desde la evidencia de que se trata de un país con una gran eficiencia a la hora de aprovechar la riqueza en beneficios para la gente. La evidencia del éxito de esas sociedades como modelos a seguir se complementa, y de alguna manera abunda en los mismos hallazgos, al observar que la distribución de los beneficios económicos es grande. Es la impresión que se saca al analizar el Índice de Pobreza Humana a partir del cual Suecia figura como el país del mundo con menos cantidad de pobres, y Noruega en segundo lugar.
Mientras que en España el 20% más rico de la población posee seis veces más riqueza que el 20% más pobre, en ambos países del Norte de Europa esta relación está por debajo de cuatro, y mientras en nuestro país por debajo del umbral de la pobreza relativa (personas que viven por debajo del 50% de la Renta Familiar Disponible) viven 14 de cada 100 personas, en Noruega y Suecia son menos de la mitad (6,5%). Por si todo esto fuera poco aquéllos fríos países son los más solidarios con los países más necesitados del mundo (ambos superan el tan manido 0,7% del PNB en Ayuda Oficial al Desarrollo), siendo también los lugares en los que más poder ostentan las mujeres en todos los ámbitos de la vida social, profesional y política.
Y ustedes se preguntarán, con mucha razón, que donde está el milagro. No andaremos muy errados si avanzamos en la ecuación sentando la evidencia de que los países escandinavos armonizan desarrollo y crecimiento económico con una tributación elevada. Efectivamente Suecia y Noruega recaudaron en impuestos en 2004 más del 58% de toda la riqueza que generaron ese año. España recauda tan sólo un 38,5% de la riqueza que produce, lo que, además, nos sitúa un 6% por debajo de la presión fiscal media de la Unión Europea de 15 miembros (UE-15). Esto nos lleva a pensar que un trabajador manual en cualquiera de esos países nórdicos entrega al Estado más de un 50% de lo que en realidad gana todos los meses y sorprende aún más comprender que, en todos los estratos sociales, esto se acepta de buen grado. Allí la ciudadanía se entiende como la participación en un Estado de servicios. Lo público garantiza a los ciudadanos “de la cuna a la tumba” lo necesario para la satisfacción de unos bienes básicos (salud, educación, vivienda, protección a la familia) producidos y prestados por el Estado que entrega menos dinero en metálico a las clases pasivas. Allí, a diferencia de lo que ocurre aquí, el Estado goza de una gran legitimidad social lo que permite algo insólito: el apoyo a estas políticas por parte de una clase media sometida a una gran presión fiscal.
Más fiscalidad para más bienestar y para más progreso. Esa fórmula que tan bien les funciona a nuestros lejanos vecinos del Norte en nuestro país se sitúa lejos de cualquier previsión, tanto para los planteamientos políticos de la derecha como de la izquierda. Mucho más si de lo que se trata es de vender políticas que aseguren votos. Falta didáctica, porque de lo que se habla poco es de que el gasto social en España fue en 2003 menos del 20% del PIB mientras que en la UE-15 superó el 28% y en Suecia se situó medio punto por encima del 33%. La de nuestro país es una proporción del PIB insuficiente para afrontar los retos de un Estado del bienestar moderno. Subdesarrollo social, en palabras del Prof. Navarro, que se traduce en políticas públicas raquíticas en comparación con las de otros países de nuestro entorno y aún más con las de los países que estamos tomando como referencia. Políticas que ya hemos echado de menos desde estas páginas, y cuyo esclarecimiento nos ayuda a completar el circuito explicativo (esto es, resultados versus recursos versus políticas) si abrimos el aludido informe sobre Desarrollo Humano de 2006 unas páginas por delante y verificamos lo que ya intuíamos: que mientras los países nórdicos superaron el 7% del PIB en gasto público para la educación España se quedó en el 4,5%, o que mientras Suecia y Noruega devolvieron a su población más de un 8% de la riqueza generada en forma de gasto sanitario público, nuestro país tan sólo devolvió un 5,5%.
Hay que subir los impuestos. No cabe duda. Sobre todo a base de planteamientos realistas: si se reclama un aumento de la presión fiscal para conseguir un aumento del gasto social aquélla debe ejercitarse sobre todo donde razonable y justamente queda más margen de maniobra, que son los beneficios empresariales y las plusvalías. Y, a la vez, eliminar la presión basada en los impuestos indirectos al consumo que tan injustamente penalizan a las economías más modestas.
No hay que perder la esperanza. Quizás pronto algún político de izquierdas en campaña electoral nos lance un guiño mientras nos proponga: “Más impuestos para más Estado”.
Tengo un slogan. Se lo regalo a quien lo quiera.


José Manuel Díaz Olalla,
(Texto inédito, verano de 2007)

miércoles, 27 de junio de 2007

Relación de cartas cruzadas con el Colegio de Médicos de Madrid a propósito del despropósito del caso Lamela



CARTA 1.-
PETICIÓN DE INFORMACIÓN SOBRE LA POSTURA DEL COLEGIO.
31 DE MARZO DE 2005

Sra. Presidenta del Colegio de Médicos de Madrid
Sres. Miembros de la Junta Directiva del Colegio de Médicos de Madrid

Muy señores míos:

soy el médico colegiado nº XXXXX, con más de veinticuatro años de colegiación en Madrid y me gustaría fueran tan amables de darme la información que les solicito (remarcaré aquí que en todos esos años de colegiado es la primera vez que me dirijo al Colegio a solicitar algo).

Se trata de lo siguiente: en relación a los acontecimientos ocurridos en las últimas semanas en el Hospital Severo Ochoa de Leganés no ha sido muy relevante ni ha trascendido de manera nítida a los medios de comunicación la postura del Colegio. ¿Cuál es esa postura y dónde ha sido remitida?.

En la página de actualidad de esta página web hay una nota escueta y ambigua sobre el tema. ¿Eso es todo lo que tiene que decir el Colegio de Madrid de este caso? ¿Qué quiere decir exactamente que se apoyan las medidas tomadas por la Administración Sanitaria?

En el periódico "El País" de fecha 29 de Marzo de 2005, en su página 24, entresacado de una noticia sobre este asunto, se pone en boca de una supuesta portavoz de la Consejería de Sanidad de la Comunidad de Madrid el apoyo del Colegio de Médicos de Madrid a la gestión de dicha Consejería en este caso. ¿Ha existido ese apoyo? Si no es así ¿se ha rectificado esa declaración? ¿Dónde y cuando se ha hecho?
A mi entender estamos ante un caso de extraordinaria gravedad donde la defensa de la profesión y de los compañeros perseguidos debe estar por encima de cualquier otro criterio. Estando estos, según creo, entre los cometidos más importantes del Colegio me gustaría saber, y es lo que solicito por medio de esta carta, cuál está siendo la actuación del mismo en este caso.

A la espera de sus noticias que pueden remitirme si lo desean por esta vía al remite de este correo o por correo postal, se despide atentamente,

José Manuel Díaz Olalla
Médico Colegiado de Madrid

CARTA 2.-
CONTESTACIÓN DEL COLEGIO DE MÉDICOS MEDIANTE UNA NOTA DE PRENSA.
31 DE MARZO DE 2005

EL COLEGIO DE MÉDICOS DE MADRID INVESTIGA EL FUNCIONAMIENTO DEL SERVICIO DE URGENCIAS DEL HOSPITAL SEVERO OCHOA

Ante la alarma social creada por las denuncias anónimas acerca del funcionamiento de la Unidad de Urgencias del Hospital Severo Ochoa, el Colegio de Médicos de Madrid manifiesta que la confianza de los ciudadanos en su sistema sanitario es un bien público que debe ser objeto de protección, en la que están implicadas todas las instituciones de la Administración, asociaciones profesionales, de consumidores, de pacientes…, y que es necesario mantener y reforzar esa confianza en los médicos, los centros y resto del personal sanitario que cada día vela por la salud de los madrileños con el más alto nivel de excelencia, y expresamente en el Hospital Severo Ochoa, que tiene a su cargo la atención de una importante área sanitaria.

El Colegio de Médicos de Madrid recuerda que la autoridad judicial aún no se ha pronunciado sobre la existencia o no de delitos juzgables, y menos aún sobre presuntas culpabilidades, por lo que debe respetarse el derecho constitucional a la presunción de inocencia En este mismo sentido se ha pronunciado la Mesa de Hospitales de este Colegio, que rechaza la adopción de medidas precipitadas que dañan irreparablemente el nombre de algunos profesionales.

Por último, instamos a la Administración Sanitaria y a la autoridad judicial para que esclarezca con la mayor celeridad los hechos que han rodeado a la publicidad de este asunto.

El Colegio de Médicos de Madrid, en uso de las atribuciones que tiene conferidas, va a iniciar a través de la Comisión Deontológica las investigaciones oportunas para el esclarecimiento de los hechos.


CARTA 3.-
SOLICITUD REITERADA A LA PRESIDENTA DEL COLEGIO DE MÉDICOS DE MADRID DE INFORMACIÓN SOBRE LA POSTURA DEL COLEGIO.
14 DE ABRIL DE 2005
Sra. Presidenta del Colegio de Médicos de Madrid
Estimada Presidenta:
soy el colegiado nº xxxxx..
Hace unos días le solicité por esta vía información sobre la postura de ese Colegio respecto a la situación que están viviendo los compañeros del Hospital Severo Ochoa y, en su conjunto, todos los médicos de la Comunidad de Madrid. Al no haber recibido respuesta alguna por su parte, mientras continúan las apariciones públicas del Consejero de Salud de la Comunidad de Madrid en los medios de comunicación, la última hace dos días en Televisión Española, arrogándose el apoyo incondicional de nuestro Colegio a sus medidas, una gran parte de los colegiados estamos llegando a pensar que, efectivamente, el Sr. Lamela goza del apoyo del Colegio en sus arbitrariedades contra los médicos madrileños.
Si esto fuera así estoy seguro que nos obligaría a muchos de nosotros a plantearnos qué hacemos en un Colegio que no defiende nuestros derechos profesionales y agacha la cabeza ante cualquier medida arbitraria que la administración pueda tomar contra nosotros.
Le reitero me comunique por la vía que considere más oportuna en dónde y cuándo el Colegio de Madrid ha desmentido las afirmaciones del Consejero Lamela. Si no es así, en la medida de mis posibilidades, no dudaré en generar entre mis compañeros el debate que he dejado planteado en el párrafo precedente.
Atentamente,
José Manuel Díaz Olalla
Médico Colegiado

CARTA 4.-
CONTESTACIÓN DE LA JUNTA DIRECTIVA DEL COLEGIO DE MÉDICOS MEDIANTE NOTA DE PRENSA.
14 DE ABRIL DE 2005

EL COLEGIO DE MÉDICOS DE MADRID

Ante la situación del Hospital Severo Ochoa, expone que:

El Colegio está obligado a velar por la correcta atención sanitaria a los ciudadanos, haciendo que la actuación profesional de los médicos de Madrid sea adecuada a una buena praxis. Al tiempo tiene también la obligación de exigir que se respete el derecho constitucional a la presunción de inocencia del médico implicado, derecho que asiste a todo ciudadano hasta que haya un pronunciamiento judicial firme.

No se está respetando tal derecho fundamental desde distintos ámbitos pues, entre otras cosas, se hizo público desde el principio la identidad del facultativo, con el consiguiente daño personal y profesional, y se ha entrado en un juego político utilizándose la asistencia sanitaria como arma arrojadiza.

La Junta Directiva del Colegio de Médicos de Madrid, en su obligación de buscar la verdad para el total esclarecimiento de los hechos, y para la adopción posterior de las medidas oportunas, encargó el pasado 31 de marzo la correspondiente investigación a la Comisión Deontológica.

El interés único del Colegio de Médicos de Madrid en este conflicto es la búsqueda y consecución de la verdad.

Junta Directiva

CARTA 5.-
CONTESTACIÓN DE LA PRESIDENTA DEL COLEGIO DE MÉDICOS A LA PETICIÓN DE INFORMACIÓN SOLICITADA.
15 DE ABRIL DE 2005

Estimado compañero:

El Colegio de Médicos ha mantenido desde el principio del conflicto de Leganés la misma actitud, que es la de reclamar la presunción de inocencia para el Dr. Montes.

Asimismo, y para que esta situación acabe cuanto antes, ha pedido y seguirá pidiendo que se agilicen y realicen con prontitud pero con absoluta justicia, las acciones conducentes a esclarecer la verdad y a actuar en consecuencia.

En este sentido, hemos reclamado el apoyo de la Consejería y la hemos apoyado para que agilice los mecanismos de investigación para encontrar la verdad. Esto es lo único que usted debería haber oído sobre el Colegio. Si ha recibido otra información, no corresponde a lo que ha hecho el Colegio.
No hemos apoyado la manifestación de UGT y CCOO, porque ello no conduce a aumentar la confianza de los ciudadanos en los médicos como ellos dicen, sino que, por el contrario, la deteriora. Convocan una manifestación en apoyo de la sanidad pública, pero prácticamente nunca han apoyado que nos retribuyan económicamente a los médicos de acuerdo a nuestro nivel de conocimientos y responsabilidad. Quizá por ello los sindicatos médicos no la han apoyado tampoco.

Y principalmente, y sobre todo, no les apoyo porque lo importante para ayudar al Dr. Montes es participar en los foros profesionales en el estudio sereno del problema para que recupere el reconocimiento de su total honorabilidad, que es lo que queremos. Después será el momento de actuar en otros puntos.

Ahora el Colegio tiene la obligación prioritaria de buscar y encontrar la verdad para actuar en consecuencia.
Para su información le adjunto, cronológicamente, los comunicados que ha hecho públicos el Colegio desde que empezó la crisis.

Cordialmente
Juliana Fariña/ Presidenta.



CARTA 6.-
CONTESTACIÓN A LA PRESIDENTA DEL COLEGIO EN RELACIÓN A SU CARTA DE 14 DE ABRIL DE 2005 EN LA QUE EXPONÍA SUS PUNTOS DE VISTA SOBRE EL TEMA.
24 DE ABRIL DE 2005
Estimada Presidenta:
contesto a su atento correo electrónico donde expone los puntos de vista del Colegio en relación a algunos aspectos del conflicto del Hospital Severo Ochoa.
Y lamento no coincidir con usted en los argumentos que allí tiene a bien transmitirme. No es mi intención, además de que tampoco es este el formato adecuado, el de polemizar al hilo de sus puntos de vista sobre el lamentable problema del que tratamos. Tan sólo transmitirle mi opinión de que el Colegio de Médicos de Madrid, y ya que usted hace referencia a ellos, también los llamados "sindicatos médicos", han perdido una ocasión extraordinara para demostrar hasta donde están dispuestos a llegar en la defensa de los profesionales y de los pacientes frente a la arbitrariedad y la falta de juicio de la Consejería de Sanidad de Madrid. Habla usted de "lo que yo debía haber oído" en relación a la postura del Colegio, pero lo que yo he oído en realidad, y como yo miles de personas, es al consejero Lamela en televisión decir que su intolerable actuación era respaldada por el Colegio de Médicos de Madrid, al que yo pertenezco y usted preside, y lo que no hemos oído, aunque a muchos nos hubiera gustado, es a la Presidenta del Colegio salir diligente a los medios a decir que tal aseveración era falsa.
En el diario "El País" de hoy día 25 de Abril aparece una carta al director dirigida por un médico colegiado de Madrid llamado Jesús Martínez-Falero, al que no tengo el gusto de conocer. En ella manifiesta su dolor por no haberse sentido defendido, como profesional, por el Colegio de Médicos de Madrid.
Debe considerar que esa sensación, que es la misma que me ha impulsado a mí a escribirle estos correos, es compartida hoy en día por muchísimos médicos de Madrid que nos sentimos profundamente defraudados por la actuación del Colegio y por la suya personalmente.
Yo, como tantos otros compañeros, he vivido casi toda mi vida profesional de espaldas a un Colegio que hemos considerado algo inútil, impuesto y condenado a extinguirse. Reconozco que en los últimos años nos habíamos reconciliado en parte con esta institución profesional a la que observábamos con cierto interés en su progresión hacia algo útil y cercano a los intereses de la mayoría de nosotros, y todo ello gracias a la labor y la gestión de usted.
El caso del Severo Ochoa ha sido para todos estos médicos de los que le hablo y entre los que me cuento el test definitivo. Y el resultado no ha podido ser más desalentador. Hemos vuelto a reencontrarnos con ese Colegio antiguo, rancio, diligente tan sólo cuando se trata de defender los derechos de unos pocos, y dócil y sumiso ante la imposición del poderoso, en especial si se trata de una administración arbitraria como la que sufrimos en Madrid. Un Colegio que no nos gusta y que creíamos ya superado. En todo caso muchos pasos hacia atrás sobre los pasitos que se habían dado.
Lo lamento de verdad aunque quiero agradecerle de manera sincera que haya tenido la gentileza de contestarme. Se lo agradezco y lo estimo en todo su valor porque me imagino la cuantía y trascendencia de sus ocupaciones en estos días.
Quedo a su disposición. Atentamente,
José Manuel Díaz Olalla,
Médico Colegiado


CARTA 7.-
AL COMITÉ DEONTOLÓGICO DEL COLEGIO DE MÉDICOS.
7 DE JUNIO DE 2006

A la Comisión Deontológica del Colegio de Médicos de Madrid

Estimados compañeros:
me dirijo a esa Comisión para manifestar al Dr. Casares mi solidaridad más incondicional y expresa por la digna decisión que ha tomado en relación al vergonzoso informe político que ha elaborado la comisión escogida a dedo por la Dra. Fariñas contra los derechos de los médicos y de los pacientes. En este sentido, hace algunos meses escribí una carta a la Presidenta del Colegio en la que le manifestaba mi inquietud por el hecho de que, a mi entender, todos los movimientos que como Presidenta estaba dando entonces (al inicio de la crisis de este caso) iban encaminados a apoyar las intolerables actuaciones de la Consejería de Sanidad de la Comunidad de Madrid contra un grupo de compañeros y contra el Hospital Severo Ochoa en su conjunto. Por desgracia los acontecimientos no han hecho más que refrendar mis impresiones en este sentido.
Al resto de los compañeros de la Comisión os animo a que sigáis el camino del Presidente en la seguridad de que vuestra postura gozará de la comprensión y el apoyo de una gran mayoría de colegiados.
Así mismo me gustaría solicitar vuestra asesoría sobre cómo defendernos como colegiados de la utilización política que del Colegio de Madrid está haciendo la actual Junta Directiva en favor de los postulados de un partido político y una ideología concreta, y cómo actuar para conseguir que el Colegio vuelva a ser la institución profesional, seria y solvente que trabaja con rigor en la defensa de los derechos y los intereses de profesionales y pacientes.
Atentamente,
José Manuel Díaz Olalla
Médico Colegiado

Pdta. Remito copia del presente correo a la Presidencia del Colegio por si fuera de su interés


CARTA 8.-
ENVIADA A LA PRESIDENTA DEL COLEGIO DE MÉDICOS RELATIVA AL TRIBUNAL DE EXCEPCIÓN POR ELLA CREADO Y A SU INFORME PERICIAL.
24 DE AGOSTO DE 2006
Madrid a 24 de Agosto de 2006
Estimada Presidenta:
consulto la página web del Colegio de Madrid por ver si mi Colegio tiene alguna postura oficial sobre la "purga" política que la Consejería de Sanidad de Madrid está realizando contra médicos compañeros que ejercen en el Hospital Severo Ochoa de Leganés. No encuentro nada. La última referencia a lo que acontece en ese centro es de Junio. Sin duda la Presidenta de mi Colegio y toda su Junta Directiva están de vacaciones. Me alegro por ellos. Pero la Consejería de Sanidad y sus comisarios políticos no lo están. Creo que si ellos no descansan la institución que nos representa y tiene que velar por defendernos tampoco debe hacerlo.
O mucho me equivoco o ninguna reacción ante este nuevo atropello saldrá de mi Colegio. Mi Colegio no se ha distinguido por defender los derechos de los colegiados en este caso. Al contrario, a mi modo de ver ha colaborado en todo lo que ha podido con la Consejería de Sanidad en dañar el prestigio y los derechos de médicos y pacientes de ese centro asistencial y de la Comunidad de Madrid. Nunca una administración sanitaria en nuestro país se había atrevido a tanto contra nuestra profesión, y nunca un Colegio Médico se atrevió a tan poco para defender los derechos de los colegiados.
Nada dirá ahora tampoco mi Presidenta ni mi Colegio. Le voy a explicar por qué, aunque todo lo que le voy a decir usted lo conozca mejor que yo: unos días antes de que se hiciera público (por usted) el resultado del informe de los expertos que usted a dedo nombró sobre el caso de las sedaciones habidas en ese centro, el Consejero Lamela era un auténtico "cadáver político". Le aseguro que sé de lo que le hablo. Hasta le habían hecho un hueco en el área de Hacienda para asgurarle que tras su cese inminente como Consejero encontratría algún lugar en el área de la que procedía (y de la que nunca debió salir, añado yo). Pero en eso aparece el informe de los expertos-nombrados-a dedo-por-la-Sra. Presidenta (un tribunal ad-hoc creado por usted a la medida de sus objetivos y saltándose a la torera el órgano colegial competente en esa materia) que, matices aparte, le sirve al Consejero Lamela de balón de oxígeno para superar el bache y, a falta de que nadie ni política ni técnicamente le da la razón en este largo contencioso, le sirve también de preciado clavo ardiendo al que agararrase para continuar en su cargo y seguir trabajando, con toda saña, contra ese hospital, los médicos madrileños, la sanidad pública y contra cualquiera que no piense como él ni se pliegue a sus arbitrariedades.
He leído que se ufanó en público el Consejero Lamela de este regalo que usted le hizo y que le sirvió para -¡por fín!- poder reivindicarse y justificar todos sus abusos en virtud de los resultados del informe de "los expertos"-nombrados-a-dedo-por-usted-a-la-medida-de-sus objetivos en este asunto. También leí que usted agradecía mucho el apoyo que había recibido de algunos presidentes de otros colegios provinciales que la apoyaron cuando el Presidente del Comité colegial de Deontología renunció a su cargo para denunciar sus manipulaciones. No está mal. A los médicos se nos ha acusado siempre de gremialismo. Sin embargo la presidenta de la asociación AVINESA (experta en querellarse contra médicos y en propalar infundios y denuncias anónimas contra ellos) se congratuló de que, por fin y gracias a usted, se hubiera acabado con el gremialismo médico. Es aquí donde creo que debería reflexionar sobre sus actuaciones, si no con otros argumentos, al menos con el de qué puede significar en realidad que la más notable participación suya en este caso haya sido reconocida y aplaudida nada menos, y prácticamente en exclusiva, por el Consejero Lamela y por la asociación anti-profesión médica por excelencia.
Leí también en esos días que usted reivindicaba la galanura y la sapiencia de los-expertos-nombrados-por-usted-a-dedo-a-la-medida-de-sus-objetivos e intereses. No me parece mal. Lo que ocurre es que sus expertos son los únicos que mantienen un determinado criterio que es, además, contrario al recogido en todos los informes de los demás expertos que hasta el momento se han pronunciado sobre el tema, como la Sociedad Española de Epidemiología, el Colegio de Peritos, la Clínica Forense de Madrid, o los Inspectores Médicos de la Comunidad de Madrid ¿O es que todos estos no le parecen a usted suficientemente "expertos"? Si se lo parecen ¿qué explicación puede darnos al hecho de que ninguno de ellos apreciara irregularidad ninguna en el trabajo de los compañeros represaliados y que tan sólo la apreciaran los expertos-nombrados-por-usted-a-dedo-y-a-la-medida-de-sus-objetivos en este tema?
La Señora ministra, a raíz de la difusión del informe del comité de "expertos"-nombrados-a-dedo-por-usted-etc, dijo algo que es incontrovertible: que otro comité de expertos (tan expertos como los suyos o algo más, añadiría yo) hubiera emitido, con criterios científicos y éticos, un informe totalmente diferente. De hecho eso ya ha ocurrido como le expongo más arriba. Entonces ¿por qué son los nombrados-a-dedo-por-usted-a-la-medida-etc los que más daño hacen al colectivo médico?
Porque Presidenta, y con esto termino y no la entretengo más, no se moleste si le digo que para la mayoría de los médicos de Madrid usted tiene sus propios objetivos e intereses en este asunto. Intereses y objetivos, como usted sabe, los hay de todas clases. Los de índole ideológica también lo son y no por corresponer a esa naturaleza de asuntos son más justificables que otros.
Intereses y objetivos que, según nos parece, no son coincidentes con los de la mayoría de nosotros. Y, a mi modo de ver, ellos han primado sobre su obligación de defender a los médicos y a los pacientes.
A pesar de todo yo creo ciegamente en su honradez y soy de los que están convencidos de que usted hace todo esto sin esperar ninguna recompensa a cambio. No sé si le preocupa, pero por si lo hiciera le recomiendo que considere que a quienes usted ayuda en este trance intentarán agradecérselo cuando convenga. Ellos siempre se han distinguido por eso. Es su código de valores: "Tú me ayudas aquí y yo mañana me acordaré de eso". Si tenemos suerte y vida todos lo veremos. Sin duda usted no entrará en ese juego pero a esas alturas ya nada nos sorprenderá.
He sido votante y entusiasta defensor de las bondades de su candidatura cuando se presentó para Presidenta del Colegio. Me confieso, por ello, profundamente arrepentido. Por muchas esperanzas que usted tenga depositadas en el futuro creo que no le habrá merecido la pena cuando comprenda que con todo ello tan sólo pasará a la pequeña historia de la profesión médica nacional como la persona que más hizo a favor de una administración sectaria y antimédica y en contra de los justos derechos de profesionales y pacientes.
Atentamente,
José Manuel Díaz Olalla
Médico Colegiado
Post-data.- Sra Fariñas, cuando me disponía a mandarle este indignado aunque respetuoso glosario de quejas muy justificadas cae en mis manos un periódico del día de ayer. En él figuran las declaraciones de un insigne prócer de la Patria, a la sazón diputado en la Asamblea de Madrid por el Partido Popular, quien "acosado" por los reproches de la oposición ante la "caza de brujas" desatada por la Consejería del Sr. Lamela en el Hospital Severo Ochoa declaró: (sic) ".... estas críticas proceden de la frustración que sienten ustedes tras descubrirse que hubo malas prácticas y gravísimas irregularidades en el Severo Ochoa".
¿Qué le parece la cita a mi Presidenta? Buena, ¿verdad?

Pues lo dicho, usted a seguir dándoles carnaza que ellos sabrán como acabar con nosotros.



CARTA 9 (Y ÚLTIMA).-
A LA PRESIDENTA DEL COLEGIO DE MÉDICOS DE MADRID EN RELACIÓN A LA SENTENCIA SOBRE EL CASO SEVERO OCHOA.
26 DE JUNIO DE 2007

Sra. Presidenta del Colegio de Médicos de Madrid


Madrid a 26 de junio de 2007


Estimada Sra. Fariñas:

Como no ignora, el pasado 22 de Junio el Juez Instructor del Juzgado nº 7 de Leganés decretó el sobreseimiento de la causa que mantenía abierta contra un grupo de médicos del Servicio de Urgencias del Hospital Severo Ochoa de Leganés. Según el Auto, el Juez no encuentra relación entre la actuación profesional de esos compañeros y el fallecimiento de los pacientes que habían tratado. Según nuestro ordenamiento jurídico, fundamentado en la presunción de inocencia y en que los delitos deben demostrarse con pruebas, esto significa que son inocentes.

Quizás le extrañe lo que antecede porque si no conociera la noticia y tan sólo hubiera leído y oído lo escrito y dicho por muchos medios de comunicación y por algunas autoridades de la Consejería de Sanidad de la Comunidad de Madrid pensaría lo mismo que muchos españoles: que esos médicos son culpables.

¿Hace algo el Colegio de Médicos de Madrid por impedir que estos profesionales inocentes sigan siendo vilipendiados en plena plaza pública, aún después de la sentencia absolutoria? Evidentemente no. Yo preguntaría más: ¿cómo es posible, que a partir de una sentencia absolutoria tantos crean encontrar argumentos para seguir condenando a estos inocentes? ¿Lo sabe usted? Yo sí: la Señora Presidenta del Colegio de Médicos de Madrid les ha dado gratuitamente el argumento que nunca soñaron tener. La Sra. Fariñas creó un tribunal de excepción a dedo en función de sus intereses saltándose a la torera la jurisdicción ordinaria en materia ética y disciplinaria, que en la organización colegial es el Comité Deontológico. Como sin duda recuerda, el Presidente del dicho Comité, Dr. Casares, dimitió de su cargo para denunciar las manipulaciones que usted estaba cometiendo en este asunto.

Y fue ese órgano de supuestos expertos nombrados por usted el que, según su particular criterio, encontró algunos casos de supuesta mala praxis en la actuación de los compañeros, dictamen que ahora sirve para seguir criminalizándolos, y con el que nunca coincidieron los expertos ni las sociedades científicas médicas especializadas que estudiaron el caso, como el Colegio de Peritos, los Inspectores Médicos de la Comunidad de Madrid, la Sociedad Española de Epidemiología, las Clínicas Forenses, etc, los que siempre encontraron intachable la actuación de esos médicos.

De nada sirve que el Juez que archiva el caso no haya encontrado relación entre los supuestos casos de mala praxis y los graves hechos de que se les acusaba. El (ex?) Consejero Lamela, su entorno, y los corifeos extremistas que le secundan presentan la sentencia como un éxito de su ataque al colectivo médico y como una condena sin paliativos de los compañeros injustamente encausados gracias a la inestimable ayuda de la Sra. Fariñas. Se atreven a más, crecidos como están por el dictamen de su “comité de expertos”, y como son de los que te cogen el brazo cuando les das la mano, ya le están exigiendo otros peajes: que expediente, quizás que expulse de la profesión, a los compañeros que han resultado inocentes por los casos de supuesta mala praxis que nadie más que sus peritos a dedo han encontrado. Usted, al menos con ellos (la jauría fanática, su asociación predilecta AVINESA y otros acólitos), debería ser sincera por esta vez: dígales que por mucho que usted quisiera, y nadie duda a estas alturas que así fuera, nada puede hacer contra los médicos del Severo Ochoa porque la supuesta mala praxis sólo la ha encontrado el tribunal de excepción nombrado por usted a su gusto, y cuya validez es nula para la toma de medida disciplinaria alguna ya que carece de competencias para eso y para cualquier otra cosa en relación a la deontología y la ética profesional. Su dictamen, dígaselo con franqueza, solo vale para blanderlo contra unos compañeros inocentes y continuar su criminalización permanente, pero no sirve ni para llamarles al orden.

Somos muchos los que nunca vamos a olvidar cómo ha contribuido a este atropello ni lo que le ha hecho a esta profesión y a unos compañeros inocentes. Ahora que, según parece, pretende autoproclamarse presidenta vitalicia debe considerar que una gran parte de los médicos de Madrid y del resto de España recordaremos siempre cuál ha sido su intervención más importante en defensa de los derechos de los médicos y de los pacientes.

Atentamente,

José Manuel Díaz Olalla
Médico Colegiado
Madrid.




martes, 1 de mayo de 2007

MEJORAR LA EDUCACIÓN DE LAS MUJERES ES ACABAR CON LA DESNUTRICIÓN INFANTIL EN LA INDIA



El 46% de los niños de India menores de tres años están mal alimentados y un 80% sufren anemia. Este es el resultado de una Encuesta realizada en aquél país por UNICEF y el Ministerio de Salud, y que, hace unos días, nos asaltó desde los teletipos y las páginas de algunos periódicos. La noticia, continúan los medios, es especialmente llamativa ya que estos grados de desnutrición son peores que en África subsahariana, donde el porcentaje de niños con bajo peso se sitúa entre el 35% y el 40%.

En realidad estos contundentes datos no alumbran nada nuevo. Desde hace muchos años se sabe que Asia meridional supera notable y tristemente algunos de los peores indicadores de salud maternoinfantil del mundo, incluidos, y aunque sólo sea en este capítulo, los siempre paupérrimos resultados de África. El jefe de nutrición y desarrollo infantil de UNICEF en India, Werner Schultink, opina que, en ese país asiático, el problema no reside tanto en “…la falta de recursos ni de infraestructuras, sino en las prácticas inadecuadas de alimentación, como la frecuencia y la calidad de los alimentos”.

La India es el segundo país más poblado del mundo, con 1.030 millones de habitantes, de los que alrededor de 400 millones son niños y jóvenes, por ello cualquier fenómeno que afecte a este país tiene repercusiones enormes en términos de población mundial. La aceleración del crecimiento económico ha convertido a la India en uno de los 10 países del mundo en desarrollo que más crecen. A pesar de todo la renta per cápita sigue siendo baja y el 26% de la población vive por debajo del umbral de la pobreza. La desigualdad social es enorme tal y como lo demuestra el hecho de que la mortalidad infantil en los niños en el 20% de las familias más pobres es casi tres veces mayor que en los nacidos en el 20% de las familias más ricas.

Es conocido desde hace años que la educación de las mujeres es uno de los factores que más inciden en las mejoras de los indicadores de salud de los niños y del conjunto de la población. Posiblemente el caso indio revela, a niveles “macro”, esta realidad de manera inapelable. No en vano un 40% de los adultos son analfabetos en aquél país y las intervenciones educativas (en especial en las niñas), así como la inversión productiva agrícola y la erradicación de la corrupción se vislumbran como las acciones que con mayor probabilidad reducirían este bárbaro problema.

Es urgente romper el círculo que retrata, inapelable, Amartya Sen, indio y premio Nóbel de Economía de 1998, en la siguiente cita: “Una mujer que fue una niña desnutrida y se vea obligada a desempeñar un trabajo físico nos será capaz de sostener a una familia si tiene sus capacidades mermadas, y a su vez criará hijos enfermos y débiles, que no serán educados y perpetuarán el círculo vicioso de la pobreza” (Pobreza y hambrunas, 1981).


José Manuel Díaz Olalla


Publicado web Temas Mayo 2007

jueves, 1 de febrero de 2007

DESIGUALDAD EN SALUD EN ESPAÑA: de las condiciones de vida a las oportunidades para la vida

En los últimos Encuentros de Salamanca que organiza la Fundación Sistema en la deslumbrante ciudad castellana escuché al Profesor Vicenç Navarro explicar que, según algunos estudios, tomando determinadas líneas de metro en Londres se puede vivir la espectral experiencia de ir descendiendo un año en la escala de esperanza de vida al nacer por cada estación en que nos detenemos. Esa experiencia, espectral o no, se puede sufrir también en Madrid tomando, por ejemplo, la línea 1 del metropolitano: según otro reciente estudio realizado por el Instituto municipal de Salud Pública de esta ciudad si subimos en la estación de Ríos Rosas y avanzamos hacia el final de la línea en Congosto, cuando descendamos del tren en ésta estación vallecana y salgamos a la calle nos encontraremos con personas que, por haber nacido y por vivir en ese lugar, ya arrastran un lastre que se puede traducir en una esperanza de 4 años menos de vida que las personas con las que nos habíamos cruzado en la céntrica calle de la que partimos.

En mi experiencia esta manera de expresar las desigualdades en salud comunes entre grupos de población que cohabitan en un mismo núcleo urbano suele causar consternación en el auditorio. Esta es aún mayor cuando se explica a continuación que el trazado de esa línea de metro que hemos usado como ejemplo va señalando también, y no por casualidad, una ruta en la que cada vez que el tren se detiene en una estación las personas que suben al vagón poseen unos cuantos cientos de euros menos de renta disponible que los que subieron en la estación anterior. Así, entre las estaciones de Ríos Rosas y Congosto, y para continuar con el mismo ejemplo, el viaje significa descender este indicador de riqueza en algo más de 9.000 euros al año (esto es, que el barrio céntrico posee una renta mayor del doble que el periférico). Si de esta forma somos capaces de transmitir la evidencia de que las diferencias en riqueza determinan desigualdad en salud, y la concretamos poniéndole números a la desigualdad más injusta de todas que es la de las personas ante la muerte, sin duda provocaremos, a la vez, estupor e indignación en los oyentes porque nuestros valores sociales no se compadecen bien con experiencias que denotan injusticias de ese calibre.

Pero la investigación y el conocimiento propio nos demuestra que entre nosotros existen esas diferencias y, aún, otras más intolerables. El hecho de vivir en un determinado lugar tan sólo nos advierte sobre la circunstancia de que en cada sitio las personas, con una alta probabilidad, se verán expuestas a lo largo de su vida a riesgos diferentes para su salud que determinarán, finalmente, distintos resultados en términos de supervivencia o de calidad de vida. Riesgos que no sólo serán circunstancias biológicamente adversas (como por ejemplo que exista allí un determinada enfermedad endémica), sino también otros importantísimos peligros para la salud tales como una alta probabilidad de no terminar los estudios básicos, de no poder acceder a un trabajo digno o de no ganar lo suficiente como para poder llevar una vida decorosa.

Pero si los análisis de las diferencias sociales en la salud resultan apasionantes cuando se estudia la forma en que suceden los acontecimientos en diferentes zonas geográficas, no lo son menos cuando es posible estudiar las características concretas e individuales de las personas. Fue el profesor Black quien revolucionó de alguna forma el mundo de la salud pública en el Reino Unido en el año 1980 al abordar esta metodología de análisis de las diferencias en la salud de las personas. Él demostró en un famoso informe que lleva su nombre que si el nivel de mortalidad que afectaba a la clase alta de la sociedad inglesa hubiera sido el mismo que el que atenazaba la vida de los trabajadores manuales entre el año 1972 y 1974 hubieran fallecido en aquél país 74.000 personas menos de las que lo hicieron, entre ellas 10.000 niños. Desde entonces hemos aprendido que la pobreza es, en términos científicos perfectamente cuantificables, un extraordinario predictor de enfermedad y muerte, y que el hecho de vivir en situación de precariedad económica incrementa el riesgo de morir de las personas hasta dos veces más que quienes viven de manera acomodada. Si utilizáramos la misma metodología del aludido informe inglés en España con datos actuales podríamos decir que si la mortalidad de las zonas más pobres fuera la misma que la de las zonas más ricas, podrían evitarse más de 35.000 fallecidos cada año. En otras palabras, cada hora mueren como promedio cuatro personas debido a la desigualdad definida por las diferencias territoriales en nuestro país.

Conviene, no obstante, no olvidar que otras variables socioeconómicas cuya distribución social es muchas veces superponible a la de la riqueza (nivel educativo, ocupación, etc) son capaces de identificar casi tan bien como la renta desigualdades en salud que en realidad están definiendo, en muchos casos, diferentes oportunidades para preservar la salud y no exponerse innecesariamente a situaciones que pueden terminar con ella. En España se conoce desde hace tiempo que el nivel educativo es capaz de explicar con cierta solvencia ciertas desigualdades en salud incluso una vez que somos capaces de eliminar el efecto distorsionador de las diferencias en riqueza material. Después de la edad y el género (las dos variables imposibles de modificar que con más nitidez inciden en la salud de las personas) el nivel de estudios es un importantísimo factor determinante de la salud que posiblemente actúa otorgando a quien lo ostenta la capacidad de modificar hábitos nocivos una vez que aprende e interioriza que existen otros más convenientes. De entre todas las conductas que tienen malas consecuencias para la vida la del sedentarismo es la que con más claridad produce mejoría en la salud de las personas una vez que se modifica adecuadamente por la práctica de ejercicio físico moderado habitual.

La esfera laboral, en España, es uno de los ámbitos donde más claramente se marcan diferencias que afectan a la salud. Se sabe que más de un 10% de todos los cánceres de pulmón tienen como origen el ambiente laboral y que la elevada siniestralidad ligada al trabajo que padecemos afecta con mayor frecuencia y gravedad a los trabajadores inmigrantes. Son ejemplos notables de diferentes oportunidades ante la salud. Es este grupo, el de los inmigrantes, el que con más claridad se ve afectado en este momento por desigualdad en salud en nuestro país. Y dentro de él muy notablemente las mujeres, ya que con gran frecuencia tienen embarazos no deseados que son interrumpidos de manera voluntaria con el consiguiente riesgo que eso comporta. De esta forma las mujeres extranjeras protagonizan más de la mitad de todos los abortos voluntarios que se registran en nuestro país, mostrando especial gravedad la gran cantidad de embarazos en adolescentes que en este grupo se suceden. Es, sin duda, otro ejemplo claro de desigualdades en la salud definidas por diferentes oportunidades: algunas culturales, otras educativas y otras estimuladas por estilos de vida que las alejan, de forma poco adecuada de los servicios de planificación familiar que tienen a su disposición.

La denominada epidemia de nuestro siglo, la del sobrepeso y la obesidad, es también un reflejo fiel de en qué forma inciden las diferentes oportunidades que la vida ofrece a las personas en la salud, y de qué manera se distribuyen las ocasiones para evitar la enfermedad en relación al nivel de renta y al educativo. Se reconoce el hecho de que estas enfermedades son más frecuente en determinados niveles de precariedad. Más de la mitad de los adultos en España, y más de un tercio de los niños, las sufre en estos momentos, siendo mayor el riesgo de padecerlas en las zonas urbanas más deprimidas, entre las clases sociales más bajas y entre los niveles educativos más elementales. La responsabilidad que en este fenómeno tiene una industria alimentaria voraz más preocupada por la cuenta de resultados que por el bienestar de la gente, unido a la extraordinaria eficacia de su instrumento más importante, la publicidad, determina la desigual oportunidad de algunos grupos para recibir mensajes saludables y para poder optar con libertad por otras formas de alimentarse. El hecho de que la comida más sana sea más cara que la comida basura que se oferta masivamente introduce el elemento de que contra este mal lucha mejor el que más recursos tiene. La falta de políticas públicas que corrijan esta avidez nociva de las empresas del sector abona el terreno para que la epidemia siga creciendo. Algo que no resulta esperanzador cuando sabemos que las enfermedades asociadas a este gran problema producen gran pérdida de calidad de vida y que en pocos años y según se ha sabido recientemente, las mismas podrán rebajar en más de cinco la esperanza de vida de quien las padezca.

Poco alentador resulta observar cómo se comportan otros males de nuestra época y cómo se reparten entre los ciudadanos y en función de qué variables. En el reciente estudio de la salud de los ciudadanos madrileños a que se ha aludido se demuestra que uno de cada cinco adultos padece algún problema de salud mental y que, de nuevo, esta circunstancia incide con más severidad en las personas de clase social baja, entre las que el riesgo es dos veces mayor que entre las de la clase más alta. Este problema que rebaja como ningún otro la calidad de vida de quien lo padece y de quienes les cuidan muestra también desigualdad de género, provocando más daño a las mujeres. Al contrario de lo que ocurre con otro importante grupo de problemas actuales, como el derivado de la violencia y los accidentes: afecta también con más intensidad a jóvenes y a personas con niveles de renta más bajos, y en él encontramos en gran medida a los responsables del exceso de mortalidad prematura que sufren los varones en las sociedades modernas.

El panorama que se muestra ante nuestros ojos puede resultar desolador si no somos capaces de enfocarlo con una cierta perspectiva de futuro. Un futuro que debe pasar por la lucha por la equidad en salud, que consiste sobre todo en enfrentarnos a las desigualdades injustas que es posible vencer desde el punto de vista de la intervención sanitaria y social. Intervención que se nutre, ante todo, de políticas públicas decididas. Algunos países avanzan por el buen camino mientras que en otros, como España, las desigualdades de salud y de oportunidades para la misma tienden a aumentar entre los diferentes grupos sociales. Porque a la luz de los conocimientos actuales la falta de políticas equitativas es un factor tan responsable de la desigualdad como la propia pobreza o la ignorancia.




José Manuel Díaz Olalla

PUBLICADO EN LA REVISTA "TEMAS PARA EL DEBATE", Nº 145, DICIEMBRE DE 2006