jueves, 23 de febrero de 2012

¿Ayuda Humanitaria? ¡No, gracias! me estoy quitando...


Oigo en la radio que los países de la Unión Europea se van a reunir para estudiar cómo hacer llegar Ayuda Humanitaria a Siria. Y, me imagino, que la población siria se habrá echado a temblar. Donde ponen el ojo con su Ayuda Humanitaria ocurre la hecatombe. Miren sino Libia después de la ayuda: el paraíso del terror y el crimen (ver editorial de El País del 19 de Febrero de 2012 en: http://elpais.com/elpais/2012/02/18/opinion/1329588305_037112.html y el artículo publicado el mismo día sobre la limpieza étnica en en el mismo medio: http://internacional.elpais.com/internacional/2012/02/19/actualidad/1329669169_069858.html ). Miren Irak, donde tan sólo en el día de hoy se han registrado 20 atentados, que han dejado más de 60 muertos y más de 200 heridos (ver http://www.publico.es/internacional/423677/mas-de-20-atentados-en-cadena-causan-unos-60-muertos-en-irak)

 ¡Ño, con la Ayuda Humanitaria de la UE! "Virgencita, Virgencita" -dirán lo sirios como en aquél famoso chiste- "¡que me quede como estoy!"

¿Por qué será que toda las intervenciones humanitarias que propone Europa resultan nefastas para la población civil de los países castigados por la violencia y fantástica para Europa? ¿Será porque no se planifican para atender las necesidades de la población acosada sino para la de las grandes compañías de aquí, las del petróleo, las de la reconstrucción, las de las armas....?

Ya saben, estos pescadores de pacotilla pescan bien en el río revuelto. Y si no lo está bastante ya lo revuelven ellos, ya....

Manuel

(Fotografía Agencia AP)



sábado, 18 de febrero de 2012

Núñez, para creer en ti...



Oigo por la radio que, en el congreso del PP que se celebra en Sevilla, el Presidente gallego, Núñez Feijoo, hablando del copago que nos van a poner en la sanidad y en otros servicios básicos (re-pago lo llamo yo, ya lo habíamos pagado antes) y como para echar primero algo de vaselina, que si no se hace muy duro, dijo "Para copago la subida de las pensiones que hizo Zapatero. ¡Eso sí que fue copago!: ponernos a trabajar a todos, dos años gratis para sostener la seguridad social".

"Coño", pensé yo, "Núñez", seguí pensando, "ahora sí que has dado de lleno en la diana, nunca he estado más de acuerdo contigo". "A lo mejor", me dije, "nunca he estado más de acuerdo con un político en este país".

Seguí escuchando esperando que dijera lo que era obvio tras tan solemne declaración: la fecha exacta en la que iba a derogar este gobierno, el del PP, el de su partido, el decreto de Zapatero que ampliaba la edad de jubilación para devolvernos a los 65, como antes...

Les aseguro que estuve buen rato con la oreja pegada al transistor. Hablaron de fútbol, de Siria (de Libia ni una palabra, ¡con lo que les gustaba antes!), de lo que cobran los sindicalistas (de lo que cobran los políticos no hablaron), en fin, de todo, pero de la fecha para derogar el decreto zapateril ni una palabra. Me extrañó, la verdad, porque a Núñez, en su discurso, le vi muy entero y muy convencido. Más que nada porque este gobierno cambia el escenario de hoy para mañana, sin más problemas: el sistema fiscal, las relaciones laborales, los derechos de los trabajadores (ex-derechos quise decir), en fin, todo. Lo de las pensiones, si se pone,  le cuesta a Mariano veinte minutos: "A ver, Soraya, tráeme los papeles que lo firmo ya". Pero nada. Núñez, con lo decidido que estaba, no anunció ni un más ni un menos.

O sea, como siempre. Cogernos a la gente para el trajín. Tratarnos como si fuéramos tontos. Usarnos para atacar al contrario y de paso justificar una barbaridad aún mayor que la que hizo el otro.

Núñez, Núñez... que nos vamos conociendo. Os vamos conociendo a todos....



Manuel

Caricatura de Xoan Baltar

viernes, 17 de febrero de 2012

Pobres libios




Hoy, día 17 de Febrero, según nos recuerdan los medios de comunicación, hace un año que comenzaron los disturbios en Libia que anunciaban el inicio de una cruenta guerra civil.

Un año después, asesinado Gaddafi y destruido el país por la OTAN, la situación de los libios no parece mucho mejor que entonces.

Amnistía Internacional publica hoy mismo en su página web un informe sobre la situación de aquél país titulado: "LIBIA: UN AÑO DESPUÉS DEL LEVANTAMIENTO, LAS MILICIAS “FUERA DE CONTROL” COMETEN ABUSOS GENERALIZADOS"
 (para leerlo completo clickar aquí: http://www.amnesty.org/zh-hant/node/29735). 

Pocos días antes había publicado otro cuyo título, "LIBIA: MUERTES DE DETENIDOS EN MEDIO DE TORTURAS GENERALIZADAS" (http://www.amnesty.org/zh-hant/node/29375) ya anunciaba toda la barbarie que su lectura transmitía.

Hemos comentado en este mismo blog que Médicos sin Fronteras se retiró hace pocos días de algunas zonas de Libia para denunciar las torturas y crímenes a que sometían a los detenidos estos "luchadores de la libertad" que Occidente, con España a la cabeza, ha instalado en aquél país. Intentaban, además, que esta organización colaborase con sus repugnantes acciones (ver: http://www.msf.es/noticia/2012/libia-presos-torturados-privados-atencion-medica-en-centros-detencion-misrata). Es la grandeza de lo humanitario: atender a las víctimas denunciando, siempre, a los verdugos.

 Este es el resumen de la penosa crónica de este año que, con seguridad, ningún periódico va a contar ni ninguna político de este país va a reconocer.

¡Pobre Libia, pobres libios!

Necesitan, hoy más que nunca, justicia.


Pdta.- Hemos sabido por twitter que hoy: "Asesinan en prisión de Trípoli a Hala Misrati, presentadora de TV pro Gaddafi " ¿Qué decirles de esta tierra de libertades y respeto  a los derechos que han hecho de Libia gracias a la magnífica colaboración de nuestros democráticos gobernantes... ¿Dijimos justicia?: Sí, ¡justicia ya!

miércoles, 15 de febrero de 2012

Siria: a propósito de la "infamia" del veto de Rusia y China


Nadie quiere la guerra en Siria. Aunque cada día parezca más inevitable.

Nadie, si es bien nacido, puede desear el sufrimiento, el dolor o la muerte de los sirios. Ni de nadie.

Ni la falta de libertad, ni de respeto a los derechos elementales de todas las personas.

A partir de esas premisas básicas los caminos de los hombres, como los de Dios, son inescrutables. Pero los que escogen algunos, apestan.

En un editorial del diario "El País" en su edición del domingo 5 de Febrero de 2012 se calificaba como "infame" el veto de Rusia y China a la condena a Siria que algunos países del Consejo de Seguridad, a iniciativa de Estados Unidos, proponían a los demás miembros.

Es conocido el hecho de que iniciada esa carrera, las condenas se enlazan más en función de los intereses particulares de quienes las proponen (petróleo, dinero, ventaja geopolítica) que de los derechos de las personas a quien se dice defender, en los que jamás se piensa. Acaban, con frecuencia, en autorizaciones para poner en marcha "corredores aéreos"  para, supuestamente, proteger a la población civil, y que muchos sobrepasan a su gusto para acabar justificando como "humanitaria" una guerra en la que lo que menos importa son los humanos y lo que más "llevárselo" crudo (y a veces hasta "el crudo").

Vean sino la crónica de esta otra "infamia" a la que "El País" se sumó con entusiasmo:

El día 17 de Marzo de 2011 la ONU autorizó el uso de la fuerza para instaurar una "zona de exclusión aérea en Libia" con el objeto de "proveer asistencia a la población civil" (1). Esta resolución no fue vetada por Rusia y China, es decir, lo que hubiera querido "El Pais" que pasara de nuevo ante el caso sirio.
Inmediatamente la OTAN, alianza en la que participan EEUU, Francia, Reino Unido, España e Italia entre otros, inició una guerra teledirigida con el objeto de derrocar al dictador, apoyando en aquélla contienda civil a los opositores y provocando miles de víctimas civiles, además de la absoluta destrucción del país, incluyendo todo tipo de infraestructuras básicas para la población  (2). Así lo admitió el propio Obama (3) quien, como los demás aliados, no tardó en reconocer que ese era su objetivo, para apoderarse después de las reservas de petróleo libio una vez situado en el poder un gobierno títere (4). Que de "humanitaria" tenía poco la intervención fue reconocido incluso por destacados promotores de la guerra , como el diplomático español Bernardino León (5) quien justificó tanto la destrucción del país como el desprecio de los coaligados a la resolución original de Naciones Unidas que ellos, sibilinamente y con aviesas intenciones, habían promovido, abusando por tanto de  "la buena fe" de los demás miembros del Consejo, como Rusia y China. 

Tan "humanitaria" intervención culminó con la tortura, el linchamiento y asesinato de Gaddafi, en una ceremonia de sangre retransmitida en directo a través de los teléfonos móviles de los propios "luchadores por la libertad" que le ejecutaron y sobre la que aún no han respondido ninguno de los promotores de la intervención militar, a no ser la propia Sra. Clinton quién manifestó lo que pensaba de ello entre sonoras carcajadas transmitidas en directo por televisión (6).


Tras la caída del excéntrico líder árabe se ha instaurado de facto, y con la colaboración de los países aliados que promovieron su derrocamiento, un régimen de terror que, según cuentan las organizaciones independientes que allí trabajan, se equipara o supera las barbaries cometidas por aquél (7), aunque ni los medios de comunicación "libres", que tanto se preocuparon por denunciar los crímenes del anterior régimen, ni los países que le derrocaron nos den ninguna información. La situación se ha vuelto tan brutal que Médicos Sin Fronteras ha anunciado que se retira de Libia para no colaborar con las torturas y los crímenes que cometen  las nuevas autoridades (8).

Tras este breve resumen de aquélla "hazaña" cabe preguntarle al editorialista de "El País": ¿infamia? ¿de qué infamia nos habla? 

No es bueno tratar a la gente como si todos fuéramos idiotas. O como si no tuviéramos memoria. La tenemos. Y capacidad para discernir por qué a algunos les importan menos unos crímenes que otros.

A la mayoría nos importan todos.


Pdta del autor.- Estuve tentado de ilustrar este "post" con una foto de Gaddafi muerto tras ser torturado. Pero me ganaron los escrúpulos, el reparo y la prudencia. A última hora la cambié por esta de la Sra. Clinton festejando la noticia de su tortura y asesinato. También es pornografía pero si no sabes de qué se ríe, te parece hasta humana. La señora, digo. 


2ª pdta del autor.- Entre el coro de "indignados" a los que sigue "El País" a pies juntillas (España, EEUU, Turquía, Gran Bretaña), ha destacado recientemente la voz del corifeo mayor, el Secretario General de la ONU, Ban Ki Moon , lamentando el comentado veto, "en un alarde" de la neutralidad que  sería exigible a una persona que ostenta esa alta magistratura y responsabilizando a los países díscolos de lo que pueda pasar en Siria (9). Sí, se ve que se le da muy bien asignarlas  y muy mal asumirlas. Cuando los que ahora se rasgan las vestiduras destruyeron Libia provocando miles de víctimas, ni una palabra se le oyó decir, ni una queja, sobre el incalificable incumplimiento de la resolución aprobada en la institución que él preside. Cuando se asesina y tortura como ocurre ahora en aquél país, nadie le ha oído ni un comentario a favor de los derechos de los libios perseguidos y ejecutados. Sorprende en una persona como él, tan preocupada por derechos de los sirios y por los de los libios, eso sí, al parecer sólo de los libios a los que persiguió Gaddafi. ¿Qué? Si, lo mismo pienso yo: ¡a dónde irá la ONU con este personaje! No se queje ahora, Don Ban,  de la actitud de Rusia y China: es el resultado de sus malos ejemplos. De aquéllos polvos, estos lodos.
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viernes, 3 de febrero de 2012

Reseña bibliográfica



GUERRAS CLIMÁTICAS 
Por qué mataremos (y nos matarán) en el siglo XXI
Harald Welzer. Edit Katz.


Si alguna virtud tiene este fantástico ensayo del teórico social alemán Harald Welzer sobre el cambio climático y sus consecuencias sociales, es la de dar estructura lógica a una gran cantidad de información que, sobre el fenómeno, nos asalta cada día desde muy distintas fuentes. Vertebra por tanto, y a partir del conocimiento que nos ofrece las ciencias naturales, una cadena de acontecimientos tal que acaba por configurar, paso a paso, un futuro que analiza y predice desde las ciencias sociales, las grandes ausentes hasta ahora de este debate. Con todo ello termina dando sentido a un cuerpo teórico quizás apologético aunque inquietantemente probable.

Como el mismo autor se encarga de vaticinar, es la crónica de un futuro “que ojalá no llegue a producirse”, apuntando para este fin algunas ideas-clave sobre qué cosas cambiar y cómo hacerlo en la configuración mundial y en las relaciones internacionales. Pero si desalentador fue el pronóstico de situación aún lo es más el tratamiento propuesto, pues no es difícil deducir el bajo nivel de cumplimiento que puede alcanzar cuando casi todas las recetas se basan en modificar los estilos de vida occidentales de consumo y despilfarro de energía y de otros recursos naturales.

Porque el hilo conductor de este singular trabajo surge del planteamiento de que, globalmente, el agotamiento de los recursos naturales será el origen de movimientos masivos de población y de brotes de nuevas manifestaciones de violencia por el control de los escasos recursos, en una lucha desesperada por la subsistencia, que pasa ineludiblemente por apoderarse de los recursos de otros. La falta de agua, de tierra fértil, de comida, de combustible y de bio-diversidad impulsará el éxodo de millones de personas que se convertirán en refugiados climáticos provocando el rechazo y el conflicto con aquéllas poblaciones que se verán invadidas. Esa, y no la lucha ideológica, según el autor, será la auténtica fuente de conflictos en este siglo.

Otra alarma salta desde las páginas de este libro cuando el lector se impregna de su discurso: la constatación, a veces desvelada por Welzer  y otras no,  de que ese sombrío futuro es ya el presente si analizamos las sustancias que nutren muchos de los conflictos actuales: la crisis del cuerno de África y la lucha desesperada por la comida, la guerra civil libia y el litigio internacional por el petróleo, el problema secular en Oriente Próximo y el conflicto por el agua, etc. Tanto así que una incómoda pregunta mantiene desde los primeros capítulos el hilo del relato y hasta la atención del lector: ¿estaremos a tiempo de detener las guerras climáticas? Desde el optimismo del ensayista alemán sí, aunque “el problema del cambio climático hoy en día no es solucionable”. Desde el realismo crudo de la situación del mundo y su desigual conformación, posiblemente no las dentendremos. Si esto fuera así, como concluye el autor, la supervivencia de la humanidad y, por tanto, de la civilización estaría en peligro.

Un tema de crucial importancia es el papel de Occidente en todo este colosal embrollo. Me refiero a su papel, en todo caso, más en las guerras climáticas que vienen que en el origen de los problemas. Esto último es más conocido: el modelo occidental de explotación de los recursos naturales en numerosas regiones del mundo es insostenible y tiende a acelerarse, siendo esa la base de los conflictos. Pero ¿podrá Occidente tele-dirigir esos conflictos que se desarrollarán masivamente en el mundo pobre, moviendo grupos afines, títeres a sueldo, o simplemente disparando sus tomahawks, los simbólicos y los de verdad,  desde Washington o Bruselas sin mancharse la ropa?  Posiblemente no pueda ya que en este mundo global en que vivimos aunque los problemas se desarrollen lejos, en ciertos escenarios estratégicos, sus consecuencias pueden tocar a nuestra puerta mañana mismo manifestándose ante nuestras narices con toda su crudeza.

En fin, un libro imprescindible para entender mejor este mundo y los retos que enfrentamos por el calentamiento global. Un antídoto contra la necedad de no querer ver las cosas o de creer que lo que les pasa a otros, aunque nosotros seamos los culpables, nunca va a afectarnos. Un libro que le deja al lector el regusto amargo de la incertidumbre dolorosa, por más que el final de su lectura lo adorne Welzer con un catálogo pensado más para la esperanza de la gente que para influir en los que toman las decisiones: “¿Qué hacer y qué no hacer para evitar la guerras climáticas?”. Léanlo y saquen sus propias conclusiones.



                                                                                              José Manuel Díaz Olalla
                                         (Publicado en la Revista "Temas para el Debate", nº 207, Febrero de 2012)