lunes, 23 de abril de 2012

Anacrónicos

En la VI Cumbre de las Américas celebrada en Cartagena de Indias en fechas recientes se ha escenificado la absoluta soledad y el aislamiento de Estados Unidos en América y en el Mundo por su anacrónica posición sobre Cuba. 30 de los 32 países asistentes, incluidos sus aliados tradicionales en la Región como Colombia y México,  avisaron a Obama de que no van a tolerar nunca más el veto de su país a la presencia de Cuba en este foro mientras le advertían de que esa sería la última reunión de esta cumbre de la OEA si Estados Unidos no modificaba su posición. Un Obama balbuciente justificó su postura con que en el país caribeño existía un régimen "antidemocrático". La mayoría de los asistentes, vean el vídeo en la web, no pudieron reprimir un respingo de incredulidad en su asiento al recordar cómo Estados Unidos ha sido y es en el mundo el país que más gobiernos democráticos ha tumbado y el que con más ahínco ha defendido y defiende las dictaduras criminales más abyectas, con tal de que los dictadores que las encabezan sean amigos suyos y trabajen al dictado de Washington. Desde Pinochet hasta Somoza, que, como dijo el Presidente Roosevelt, "es un hijo de puta, pero es nuestro hijo de puta" (1).


En un país como España con más de cinco millones de parados y una cuarta parte de la población en situación de pobreza no se puede tolerar que el Jefe del Estado, por mucho que sufra al constatar el enorme paro juvenil que padecemos, evidencie de forma tan contundente su anacrónico estatus  aniquilando elefantes con sus amigos aristócratas de safarí en safari.


El obispo de Alcalá ha convencido al mundo entero de que es un personaje algo más que anacrónico al explicar por televisión su idea de que la homosexualidad  es una enfermedad que obliga a prostituirse a los que la padecen.



El Presidente de Repsol, Brufau, ha sido denunciado por el Gobierno de Argentina por su intolerable altivez en las reuniones que mantuvieron y que concluyeron en la nacionalización de parte de su compañía, así como por su persistencia en discutirle a un gobierno soberano las políticas energéticas nacionales que desarrolla. Este anacrónico personaje, con ese regusto a colono rancio que cree que aún puede cambiar oro por baratijas, ha recibido un apoyo tan incondicional del Gobierno español que mejor lo hubieran empleado los de Rajoy en la defensa de alguna causa más justa. Como por ejemplo en luchar contra las fuerzas "del mercado" y contra el "eje franco-alemán" que, según nos dicen, les obligan a recortar derechos básicos de los españoles, como la sanidad, la educación o los laborales. Seguramente la hipocresía en este tema les va a parecer que alcanza el sumun si les cuento que Repsol no es una empresa española porque la mayoría de su capital pertenece a bancos y fondos de inversión extranjeros (2) y que en su accionariado mayoritario está representado lo más canalla del mercado en cuestión. Sí, ese que tanto hace por ganar sin límites aunque para ello deba arruinar la vida y el bienestar de millones de personas cada día. Confunde este gobierno, como dice Forges, los intereses de los españoles con los de los grandes capitalistas mundiales: ¿por qué será?


Son anacrónicos los personajes. Y tanto lo son que, sin darse cuenta, consiguen que nadie pueda negar hoy en día que las instituciones que representan, bien sea el Gobierno de EEUU, la monarquía, los sectores más inmovilistas de la iglesia o las multinacionales petroleras, son elementos desfasados, antiguos, obsoletos en un mundo como el actual y que los pueblos en sus justos anhelos, irremediablemente, les van a pasar por encima. Quizás ya les hayan pasado, porque de hecho ya están mucho más adelante que ellos. 

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