martes, 23 de abril de 2013

Los ataques a médicos y centros sanitarios (CDI) en Venezuela son atentados contra la Ayuda Humanitaria Internacional



… y como tal deben ser perseguidos según el Derecho Internacional Humanitario y las diferentes Convenciones de Ginebra.


















Tras las elecciones Presidenciales del 14 de Abril en Venezuela, cuyo resultado no ha sido reconocido por el principal candidato opositor y tras los llamamientos de este a sus seguidores a manifestar la protesta en la calle, grupos de personas han asediado y destruido diversos Centros de Diagnóstico Integral construidos por el gobierno bolivariano, donde se brinda atención de salud a personas humildes que nunca disfrutaron de la misma, a la vez que han atacado a personal de la salud, muchos de ellos médicos cubanos, que trabajan para esa población en virtud de los acuerdos de cooperación entre ambos países. Esta colaboración es, por lo tanto y estrictamente, Ayuda Humanitaria Internacional pues se desarrolla para asegurar un derecho humano fundamental, el de la salud, a una población en situación extrema de exclusión de cualquier sistema de atención. Este escenario, junto con el configurado por los efectos en la población de los desastres naturales, la violencia y las epidemias justifica la prestación de Ayuda Humanitaria, quedando definido por estas circunstancias claramente los espacios naturales de este tipo de intervención.

Como en otros casos conocidos, se trata de atentados que no buscan sólo causar daño a los cooperantes y a la ayuda que ofrecen, sino que persiguen, ante todo, que cese la misma con el objeto de perjudicar a la población necesitada para que vuelva a instaurarse la situación de injusticia previa y la exclusión de todos aquéllos cuyos derechos estaban siendo habilitados. En todo caso aquí, como en otros ataques, es necesaria la denuncia de las organizaciones internacionales exigiendo la actuación de las autoridades con diligencia para que se ponga a disposición de la justicia, nacional o internacional, a quienes cometen estos hechos execrables y a quienes los instigan.

La Ayuda Humanitaria de Cuba a Venezuela, un modelo mundial de lo que se ha venido en llamar “Cooperación Sur-Sur”, se sitúa en la base de los enormes logros en la mejora de la salud y el desarrollo alcanzado por este país en los últimos años, documentados y reconocidos en todas las instancias internacionales, que benefician de forma nítida a los grupos más necesitados, logrando por ello una nítida reducción de la pobreza y de la desigualdad tanto en la salud como en las condiciones de vida de la población venezolana. Todo ello es, en la actualidad, un auténtico modelo a imitar por muchos países del mundo en su batalla por la justicia social y por la consecución de los Objetivos de Desarrollo del Milenio.

La noche del 16 de Abril pude conectar por skype con un buen amigo, médico cubano, que trabaja en Venezuela desde hace dos años en una zona rural muy abandonada históricamente y pude percibir, mientras me hablaba, cómo estaban viviendo él y sus compañeros esos acontecimientos inciertos y el temor contenido que sentían  por lo que pudiera pasarle a ellos y a los pacientes que atendían en su centro. Pocos saben la enorme labor que realizan todos estos trabajadores humanitarios para mejorar la salud de una población invisible y olvidada históricamente tanto por las autoridades como por muchos médicos venezolanos, los mismos que se escandalizan ahora porque otros trabajen para atender las necesidades de millones de sus compatriotas proscritos por el sistema y por ellos mismos.

Por un momento no pude evitar recordar conversaciones que he mantenido otras veces en mi vida con compañeros que en Congo, en la Selva de Chiapas, o en algún suburbio de Dili-Timor, agazapados como mi amigo cubano en la calma tensa de una noche de violencia, han temido por su vida y por la de sus pacientes por el gran pecado de trabajar por el derecho a la salud de la gente. Tres de ellos, Flors Sirera, Manolo Madrazo y Luis Valtueña fueron asesinados en Enero de 1.997 en Ruanda por un grupo de criminales que buscaban conseguir allí lo mismo que ahora quieren estos exaltados aquí: sumir a Venezuela de nuevo en la noche oscura de la injusticia y la barbarie. Aquí como allí, les dije, no es contra ustedes, sino contra ellos, contra los pobres y abandonados, intentando que no disfruten de los derechos elementales de las personas, una acción desesperada y vil que busca mantener vivo un sistema intolerable que les beneficia sólo a ellos y jamás a la mayoría.

Es preciso que la comunidad nacional venezolana e internacional condenen estos incalificables y delictivos actos y exigiendo que se detenga y se ponga a disposición de la justicia a los autores de los mismos, a quienes les azuzan y a quienes lo toleran.

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